Cicerón.

“La tontería es infinitamente más fascinante que la inteligencia. La inteligencia tiene sus límites, la tontería no.”. Claude Chabrol, director de cine francés representante de la llamada “nouvelle vague” fallecido en 2010.

Si en la vorágine de cada día llegamos a la capacidad del asombro…..algo importante sucede, porque resulta harto difícil asombrarse; la tecnología nos invade, los medios nos acercan a mil y una desgracias humanas.

El ser humano sigue hollando la tierra sin más reflexión que vivir ….o sobrevivir según sea el caso,  es ley de vida mirar sin ver y llegar a ver sin mover una pestaña.

No somos mucho más que aquello que aparentamos, somos en definitiva lo que nos hemos labrado a fuerza de machacona cabezonería.

Pero esta sociedad resulta ya un escaparate de la más absurda tontería, nos fascinan las gilipolleces y nos envuelven cual manto cálido en nuestro particular invierno emocional.

Y uno no está vacunado contra esta enfermedad, ni lo está ni pretendo ser isla en medio del océano; tan sólo me pasmo de mi propia tontería.

En ocasiones nuestra profunda “inteligencia” desprecia lo esencial, ridiculiza lo natural y convierte en chanza todo lo que no se ajusta a nuestra ilustre sabiduría.

Cicerón, llamaremos así a nuestro protagonista, nació en un pequeño pueblecito de la provincia de Zamora; se crió en la dureza de la subsistencia rural, sin más posesiones que un pequeño prado y unas ovejas.

Sin otra formación académica que levantarse a las 4 de la mañana cada día, desde muy zagal, y tirar al monte con su ganado; nunca supo leer ni escribir…. ni puñetera falta le hizo, al menos en sus primeros años de vida.

Cicerón siempre tuvo una admirable capacidad, supo observar; fue capaz de mirar, ver, oír y escuchar.

Y su vida fue un continuo aprendizaje, una perfecta comunión con su entorno, con su modo de vida y con el cielo que le dio cobijo muchas noches estrelladas.

Poco amigo de sus propios vecinos, siempre fue considerado un huraño solitario; un personaje clavado en la rutina y parte inmutable del paisaje.

Hubo quién incluso lo tildó de loco, él nunca se preocupó por las chanzas por las miradas esquivas o las puñaladas traperas que recibió.

Cicerón hablaba con sus mastines, escuchaba a sus ovejas y mantenía silencio ante la naturaleza.

Cuando llegó al pueblo, aquel señorito de ciudad, con su aire mundano y su sonrisa en la boca, no le prestó la más mínima atención; pero aquel sujeto, con su mochila y sus prismáticos, cada mañana tiraba al monte igual que él.

Daba toda la impresión que seguía sus pasos, y era algo que llamaba su atención sobremanera; se recortaba su silueta en una loma oteando el horizonte uno y otro día, a tal extremo resultó una lejana compañía que hasta sus mastines dejaron de ladrar ante su presencia.

Nunca se le aproximó, respetaba su espacio aún compartiendo monte; pasaron los días y Cicerón empezó a observar con mucha atención al extraño, veía cómo buscaba en el suelo…cómo oteaba el monte con sus prismáticos, cómo anotaba en un cuaderno y como fotografiaba con una cámara que siempre llevaba al cuello.

Incluso en las tormentas más pertinaces, mientras Cicerón se cubría con su capa parda, aquel sujeto aparecía en el horizonte; extraño personaje de ciudad pensó…… y respetuoso con la independencia de cada cual seguía con sus tareas, sin perder de vista aquel nuevo elemento del paisaje.

Una mañana, mientras vadeaba un barranco con su rebaño, escuchó un grito entrecortado; el silencio posterior  no le tranquilizó, dejo pastando a las ovejas y junto a sus mastines tiro de frente hacia el lugar del que provenía aquel grito sordo.

En una pequeña hondonada pudo ver al sujeto, tumbado se retorcía de dolor con el tobillo atrapado en un cepo; Cicerón sin dudarlo se dirigió hacia él, y sin palabras abrió la trampa liberando el dolorido tobillo, gracias a las robustas botas no llegó a causarle más daño que una inflamación y un par de vistosas marcas.

Sacó de su zurrón el tabaco de liar y el papel, y con la parsimonia propia de un rito repetido una y mil veces lió un pitillo que ofreció al extraño.

El extraño lo rechazó, dándole las gracias y diciendo que no fumaba; mal asunto pensó Cicerón….y en aquel momento aquel hombre se presentó, se llamaba Alberto y era biólogo…cosa que nunca supo qué diablos era….estaba en la zona preparando un estudio sobre la fauna, concretamente sobre los lobos ya que era un especialista en dichos animales.

Cicerón escuchaba atentamente, con la mirada baja y entre volutas de humo aguantó un monólogo extenso, pero no profirió ni una sola palabra.

Tras terminar su pitillo se levantó con parsimonia, se disponía a marchar cuando Alberto le preguntó si no pensaba decirle nada….Cicerón lo miró a los ojos, con una mirada limpia y profunda, …..”poco o nada tengo quecirle”……” los lobos, de los que quie saber e ice saber tanto, ha tiempo se marcharon daquí….razones tuvieron y una dellas en su píe”.

Alberto se levantó con una sonrisa en la boca y le espetó…” no diga tonterías, llevó viendo rastro de lobos toda mi vida, y aquí los hay por todas partes” Cicerón tiró la colilla al suelo, la pisó con energía y levantando la vista contestó ” usted ha mirau, cierto, pero no ha visto otra cosa quel rastro del macho que cada día sacercaba paquí; aunque viejuno aún guardó a su hembra del peligro mientras ella paria”.

Alberto le miró con pasmo y con una mirada inquisitorial le preguntó, “¿ pero qué dice, acaso los ha visto; sabe dónde se encuentran?”…… y Cicerón con gesto cansado contestó  “usté sabrá”.

Y se marchó del lugar, arrastrando su cuerpo cansado y fuerte; arrastrando una vida dura y plena y ante todo una sabiduría tan profunda que nunca dio lugar a tonterías.

Cuando volvió junto a su rebaño se quedó mirando fijamente a Luna, su mastina favorita, y con media sonrisa en su boca le susurró……”ay bonica, en todavía seré tonto”.

Y así esta vida se llena de albertos, de sabios y sesudos eruditos; se llena de mentes tan preclaras que sólo su boca iguala su estupidez….mientras tanto, cada día, quedan menos cicerones; perdidos entre los lindes de los bosques y aferrados a su aprendizaje, a su capacidad de mirar, ver y sobre todo sentir…..sin aspavientos y sin otra intención que vivir cómo sólo ellos saben.

Hoy en los ojos de Leah he visto la mirada de Cicerón….seguramente sea una tontería.

P.S.

Los personajes fueron reales, los parajes y la historia también; sin embargo cualquier parecido con la realidad no dejará de ser una pura coincidencia, fruto de la escasa imaginación de quién escribe estas líneas.

El crimen de Tiós o la España profunda.

“La creencia en algún tipo de maldad sobrenatural no es necesaria. Los hombres por sí solos ya son capaces de cualquier maldad.”. Józef Teodor Konrad Korzeniowski, conocido como Joseph Conrad, extraordinario novelista de origen polaco que adoptó el inglés como lengua literaria; fallecido en 1924.

Hay tragedias inexplicables, hechos insólitos y de una repercusión mundial; dolorosas situaciones con la pérdida de vidas humanas, por razones aún inexplicables, como el caso del avión estrellado en Francia.

Mazazos a la conciencia colectiva, vidas truncadas y el dolor más punzante como única compañía de familiares y allegados de las víctimas; triste y profundamente doloroso.

Lo absurdo se convierte en certeza, y la repercusión mundial del hecho se convierte en debate diario; vaya mi más profundo y sentido pésame, desde estas líneas, a todas esas familias y allegados que están pasando por los peores momentos que nadie pueda imaginar…mis respetos a ese profundo dolor.

Dentro de la actualidad lo impactante, por derecho propio, eclipsa a lo aparentemente nimio; pero hechos que parecen no tener importancia suceden.

Y este, nuestro país, es productor apocalíptico de sucesos que, en su pequeña repercusión, muestran mucho más de lo que aparentan.

Mi escasa capacidad de asombro hoy esta anulada por completo, mi escasa paciencia agotada y mi natural disposición a la mala leche sin envasar desbordada.

Y me permito este ejercicio, compartiendo estas líneas, como un saludable proceso de terapia personal; necesario para no renegar definitivamente de mi condición de ser humano, imprescindible para no acabar militando en las filas de los anacoretas, apátridas o vagabundos sin patria, hogar ni perro que les ladre.

En definitiva, tras pasar por la ya manida fase de negación me encuentro en la de la ira…..desconozco si llegará la de la aceptación.

Ira absoluta, cabreo supino y una extraña mezcla de vergüenza y dolor profundo; y lo peor del caso no es mi natural disposición al cabreo…lo peor es el hecho objetivo de que esto no lo arregla ni la madre que lo pario.

Municipio asturiano de Tiós, zona sur del Principado de Asturias colindante con la zona norte de Castilla y León, aproximadamente unos 71 habitantes censados, un lugar precioso….un rincón natural de nuestra geografía.

Día 25 de marzo de 2015, en torno a las ocho de la mañana, en la señal de tráfico que anuncia la distancia de 2 kilómetros, para llegar a esa pequeña población, aparece colgado el cadáver de un lobo con una oreja amputada y un disparo en el cuello.

Les pido humildemente que observen la imagen, que durante unos segundos no piensen en nada, no intenten analizar el hecho…simplemente observen.

Sientan la misma vergüenza que yo he sentido, la misma indignación, la misma sensación de derrota; y si acaso no alcanzan a sentir nada parecido….. al menos no miren hacia otro lado.

El ser humano es complejo, no cabe duda, complejo y a la par sencillo…en ocasiones sencillamente estúpido, en otras palmariamente descerebrado.

No se quién o quienes han ejecutado este acto, y no me preocupa lo más mínimo; pero entiendo el sangriento y abominable mensaje que a todos nos comunican.

Y uno no está para chantajes ni para amenazas, uno a estas alturas ya no está para mirar hacia otro lado; el estilo Ku Klus Klan es evidente, la puesta en escena impecable…el resultado un vomitivo escupitajo al ser humano y a nuestra existencia.

Tal vez el autor o autores de semejante emulación hoy se estén regodeando de su “hazaña”, de la repercusión mediática (que aunque escasa ha sido efectiva) en definitiva de la difusión de su valiente acto de supremacía.

Quién sabe si tras un vaso de sidra, o tras un copioso almuerzo, entre bocanada y bocanada de su pestilente aliento suenen risas y chanzas. Quién sabe……

Pero sí sé lo básico, lo imprescindible, lo evidente; esta sociedad está enferma, mortalmente enferma y absolutamente terminal.

Si no somos capaces de valorar hechos, como el crimen de Tiós, estamos incubando a la España más profunda; aquella que anida en la ignorancia, en la envidia, en la soledad…en la maldad más primigenia.

Si no somos capaces de mostrar nuestra repugnancia…. estamos asistiendo al parto de la bestia, si no somos capaces de verter una lágrima…. estaremos cortando su cordón umbilical.

No apelaré a la víctima de este brutal suceso, los lobos no necesitan de nuestra compasión, nunca apelaré a gilipolleces insulsas; es tal el respeto y admiración que me merecen que no precisan limosnas ni llantos.

Apelaré al sentido colectivo, a la propia sociedad en la que sobrevivimos; acaso podemos permanecer impasibles cuando hechos como el presente nos muestran el lado más vomitivo de nuestra cultura…..¿podemos sentirnos orgullosos al formar parte de ella ?.

El cadáver de este ejemplar, su mutilación, la puesta en escena al colgarlo de una señal…..es un síntoma, un claro síntoma de la metástasis moral de esta sociedad…y se preguntarán por qué hacer extensivo el suceso a toda una sociedad.

Por una sencilla razón…..los actos violentos, los actos deleznables como el presente, se producen por qué quienes lo ejecutan cuentan de antemano con un resultado comprobado…..el silencio y la indiferencia.

Y este país ha sido y es docto en silencios y en indiferencias, cum laude en estulticia social y adelantado en mirar hacia otro lado.

Siento una profunda tristeza, un extraño sentimiento de indignación, pero mi pesar más profundo es saber a ciencia cierta que mañana nadie recordará el crimen de Tiós.

En pleno bosque asturiano, entre la tupida maleza de su maravilloso paisaje, esta noche la manada silenciará sus aullidos; permanecerán atentos a los sonidos del bosque…atisbando el horizonte e intentando localizar esa maldad sobrenatural que tan sólo el hombre es capaz de materializar.

In memoriam

Las apariencias engañan.

“Las apariencias engañan la mayoría de las veces; no siempre hay que juzgar por lo que se ve”. Jean-Baptiste Poquelin, conocido como Molière, dramaturgo, humorista y comediógrafo francés fallecido en 1673.

El hábito no hace al monje, reza el proverbio español, y podríamos añadir que incluso el monje no es garantía o marchamo de santidad.

Todo lo aparente es relativo y no basta con mirar, incluso en ocasiones no es suficiente ver.

En este mundo reinan las apariencias cual corona real que ciñe nuestras sesudas testas.

Lo aparente, cual monarca imperial incontestable, tiraniza la lógica curiosidad y aplasta la necesaria duda; nos convertimos en meros palmeros siguiendo la corriente.

Estamos perdiendo la capacidad de pensar, o tal vez resulte mucho esfuerzo para mentes habituadas a las ideas basura; al igual que con algunas comidas rápidas, estamos instaurando el pensamiento bazofia.

Y será tarde, muy tarde, el momento en el que descubramos, con cara de asombro, que nada es lo que parece y que todo es relativo.

Pero no hay que preocuparse, no hay que leer ni observar, no es necesario razonar ni sentir…en esta puñetera sociedad basta con mirar, poner cara de entendido y seguir ejerciendo de oveja integral.

El problema llega cuando de esa sesuda costumbre, de esa pérdida de condición humana, se derivan acontecimientos sangrantes.

Y es que no hay mayor peligro, ni mayor gilipollez, que la idea preconcebida; ejercer de ovejas satisfechas y seguir caminos trazados es lo que tiene…….o vamos al pesebre, a engordar, o al matadero.

El mundillo del perro lobo checoslovaco – en ocasiones – es un crisol de apariencias, un escaparate de despropósitos y un pedestal de sublime ignorancia.

Uno podrá ser más o menos reflexivo, más o menos inquieto, podrá y deberá ser neófito en la materia…pero ser estúpido es ya para nota.

El perro lobo checoslovaco es aparente, quizás sea el cánido “doméstico” más aparente que jamás haya conocido; el plc parece agresivo, parece indomable, parece insociable..en definitiva parece un arma nuclear preparada para explosionar en cualquier momento.

Y hete aquí que lo anterior es caldo de cultivo para descerebrados, ignorantes y poligoneros ovejiles; qué mejor que un “lobo” para ataque y defensa y guardar una finca.

Así es, nos guste o nos escandalice…así empieza a ser en algunos casos; espinosa situación y peligrosa deriva, y de poco sirve desgañitarse en explicaciones….las apariencias ordenan y mandan.

Romper las apariencias es tarea titánica, siempre inconclusa y nunca gratificante; pero es necesaria,  y sobre todo imprescindible en este mundo de estereotipos e ideas inducidas.

El perro lobo checoslovaco se creo, entre otras razones, para el trabajo de “protección” de las fronteras naturales de la antigua República Checoslovaca.

Entiéndase “proteger” en su sentido más político y en la etapa del llamado “telón de acero”, ergo fundamentalmente evitar la salida y entrada de personas por parajes naturales; y lo anterior conllevaba un arduo trabajo de adiestramiento en la búsqueda, el acoso y posterior derribo. 

En consecuencia la raza se desarrolló en parajes naturales, en grandes extensiones de terreno (no una caseta de control con una barrera en un paso fronterizo de montaña) potenciando el olfato y el oído y utilizando su capacidad de trabajo en manada.

Nada que ver con la guarda y defensa de una finca o un espacio reducido, nada que ver con la tradicional costumbre de otros cánidos en relación a su utilización ancestral en dichas tareas.

Pero debemos añadir la natural disposición del plc, heredada del lobo, a evitar todo conflicto que no sea ventajista; pura supervivencia, atávica costumbre por la que han podido sobrevivir, a duras penas, a nuestra propia especie.

Un perro lobo checoslovaco, por regla general, evitará el enfrentamiento directo con cualquier ser humano; puede mostrar signos aparentes de agresividad pero son tan sólo señales de advertencia, una defensa natural ante cualquier estímulo que les pueda suponer la duda o el peligro.

Por supuesto que se pueden adiestrar para todo lo contrario, al igual que se puede adiestrar a un niño para ser un asesino, pero la raza porta en sus genes una extraordinaria capacidad para buscar espacios, buscar salidas  y poder observar en la distancia, medir el peligro y en general evitarlo.

Forzar el comportamiento de un plc hacia la soledad de una finca, hacia potenciar su agresividad, es un error de consecuencias incalculables; pretender que un plc sea un animal de guarda y defensa es contra natura y una estupidez palmaria. 

El perro lobo checoslovaco necesita sentirse integrado en su convivencia diaria, gregario hasta la saciedad precisa asumir su papel pero siempre en compañía…en nuestra compañía.

La agresividad en esta raza es el último cartucho, muy peligroso si se le acorrala o se dan determinadas circunstancias; el enfrentamiento entre dos machos, o dos hembras, de perro lobo checoslovaco puede ser mortal……en muy concretas situaciones.

Pero lo normal será un despliegue de señales que, como en la naturaleza, culminen con un dominante y un sumiso….el problema se dará cuando ambos ejemplares sean dominantes y las circunstancias sean propicias.

Las señales en en el perro lobo checoslovaco son escandalosas….. gruñidos, encías al aire y pelo completamente erizado de la cola a la cabeza; pero nunca olvidemos que forman parte del lenguaje de la raza…no es la antesala de un ataque salvaje e indiscriminado.

Las apariencias engañan, y tras ellas se oculta un animal gregario, cauto, observador, fuerte y leal y ante todo amante de los espacios abiertos de los que disfruta en compañía de su dueño.

Nunca será un mastín, jamás un perro de presa…. y siempre que sepamos convivir con ellos será lo que le corresponde por derecho propio.

Un pedazo de naturaleza que a duras penas sobrevive a las apariencias y sobre todo a nuestra ignorancia.

Maldad ignorante y cobarde.

“No hay más infierno para el hombre que la estupidez y la maldad de sus semejantes.”.  Donatien Alphonse Francoise de Sade, popularmente conocido como Marqués de Sade; filósofo y escritor francés que pasó 27 años de su vida encarcelado, fallecido en 1814.

En ocasiones cuesta entender al ser humano, uno está curado de espantos y vacunado contra la estupidez; pero sigo asombrándome ante la ignorancia cobarde que culmina con la más despreciable maldad.

Somos responsables de nuestros actos, que duda cabe; pero también somos esclavos de nuestras palabras y dueños de nuestros silencios ……y en ocasiones, esos silencios atronan en el salón de la cobardía.

Y es que en esta vida todo está relacionado, un niño es una esponja con capacidad ilimitada de aprendizaje; observa, escucha y absorbe todo aquello que le pongamos a su alcance.

Somos padrinos en su presentación en la arena, de este circo romano llamado sociedad; y de nosotros depende en gran medida la escala de valores que asuma.

La familia, el entorno inmediato y la educación reglada que reciba, formarán la estructura básica que le permita ser, parecer, vegetar en el abonado campo del “me apetece” o “no me apetece” o convertirse en un psicópata asesino.

Las manifestaciones más absurdas, horrendas y crueles del ser humano, tienen una parte importante de cultivo en esa etapa crucial.

Es complejo determinar porcentajes, absolutamente arriesgado señalar culpables; pero lo cierto es que, al igual que en el reino animal, en los seres humanos se moldea el comportamiento en base a esa etapa de desarrollo.

Una vez más, por desgracia,  las noticias nos inundan con comportamientos sanguinarios e inexplicables; nos acostumbramos tanto a ello que ya ni siquiera nos inmuta más allá de la inicial sorpresa.

Y somos protagonistas….. desde nuestro cómodo sillón, desde la seguridad de nuestra ordenada vida; lo somos sin duda, víctimas o verdugos impensables, espectadores silenciosos que miramos hacia otro lado y nos ponemos de perfil…hasta que nos toca de lleno.

Así es nuestra sociedad, así vivimos y morimos; en ocasiones con dignidad, en otras con la cobardía propia de quién con su silencio certifica el “sálvese quien pueda”.

Sobra comentar que vivimos momentos graves, muy graves, en los que cualquier hijo de su madre, y en aras de creencias e ínfulas extremistas, puede destrozar la vida de sus semejantes….de un plumazo…..sin otra razón que la ignorancia cobarde.

Pero ya estamos habituados, es parte del circo mundial; la patológica maldad del ser humano es un acto más en esta obra de teatro, cada día más inmunda y pestilente.

Y uno se resiste a creer que no se pueda hacer algo más que taponar heridas, al igual que no es necesario sacudirse un martillazo en un dedo para saber que duele….. no es necesario ser un eminente sociólogo para entender que algo estamos haciendo mal.

Reflexiones vanas, lo sé…reflexiones impertinentes quizás; la arena de esta sociedad no sólo está llena de violencia para con nuestros semejantes.

Existen manifestaciones e indicios que debieran hacer saltar las alarmas…o al menos las conciencias…..ensañarse con un animal indefenso resulta un pequeño indicio,no por ello poco importante.

Pero cuando el ánimo es matar, indiscriminadamente, con alevosía y al amparo del anonimato, el vaso de la paciencia se me desborda.

Estos días, por desgracia, he podido comprobar cómo una modalidad ignorante, cobarde y cruel ha vuelto a salpicar el mundo de quienes, además de respetar a nuestros semejantes, amamos a los animales.

Esa modalidad no es otra que el envenenamiento, indiscriminado, de perros en nuestras calles; repugnante hábito, deforme manifestación del ser humano y cobarde muestra de la ignorancia.

Y me perdonarán que en estos momentos, de graves acontecimientos contra nuestros semejantes, dedique unas líneas a algo que pasa desapercibido salvo para quienes convivimos con animales.

Al margen de la catadura moral de sus protagonistas, obviando la madre que los parió… que probablemente sea una santa, el hecho resulta muy significativo.

Los animales molestan, molesta su mera presencia, y no ya por pisar una mierda de perro en plena calle….manifestación absurda, del rencor atávico hacia la convivencia con animales de compañía…..molestan por su existencia.

Acabo de ver la imagen de un perro lobo checoslovaco, que con siete meses ha sido envenenado; mi primera reacción ha sido de una infinita tristeza, la siguiente de una natural y primaria mala leche desbordante.

He visto en su cuerpo inerte la vida de mis propios lobos, su lealtad sincera, su libertad contenida y su entrega ilimitada; he visto en ese cuerpo inerte la muestra palmaria de la estupidez humana…he visto en ese cuerpo sin vida el reflejo de la maldad más absurda.

Pero también he podido ver al autor o autores en su infancia, y desde luego tuvieron infancia; lo que nunca podré ver es en qué momento de sus vidas dejaron de amar el conocimiento, de disfrutar con el descubrimiento de lo nuevo, de amar aquello que da sentido a nuestras vidas……en qué momento engrosaron las filas del ejército de la cobardía es algo que desconozco.

Es posible que el cuerpo agonizante, entre horribles convulsiones de un animal envenenado, no los mueva a compasión; es posible que las lágrimas de sus dueños ni tan siquiera les inmuten….pero lo que resulta palmario y evidente es que han matado.

Y lo han hecho sin objetivo concreto, de manera cobarde; así empieza el ser humano a perder la dignidad, a perder la capacidad de ser y sentir…..matando de manera cobarde e indiscriminada.

Un pequeño paso, una nimiedad para esta sociedad; pero la muestra indubitada de la enfermedad que nos asola.

Quizás, tan sólo quizás, si lográsemos enseñar a un niño la mirada limpia de un lobo en libertad…..la belleza plena de su majestuosa libertad….podríamos sembrar en él la semilla de la bondad.

De momento seguimos recogiendo las flores del mal, en un campo abonado dónde la ignorancia da paso a la cobardía y culmina con la maldad en todos los ámbitos.

Aprender a respetar la naturaleza siempre será un paso previo para respetar al ser humano.

Bonsais de cuatro patas.

“El orgullo es el complemento de la ignorancia”.  Bernard le Bouvier de Fontenelle, escritor, científico y filósofo francés fallecido en el año 1757 .

La ignorancia es muy atrevida, tanto como peligrosa; todos somos ignorantes…. sin duda, es el marchamo que nos convierte en patos de escayola o en seres ávidos de conocimiento.

La condición humana es curiosamente extraña, en ocasiones desconcertante y siempre dual.

Toda una vida, plena de conocimientos, nunca será suficiente para saciar nuestra natural inclinación al aprendizaje…….toda una vida, plena de ignorancia, se revestirá de orgullo para brillar inútilmente en el túnel de la comodidad.

Pero en todo caso, no existe nada más peligroso que la ignorancia barnizada de orgullo.

Y mire usted realmente es algo que no me quita el sueño……siempre y cuando semejante bagaje alumbre el ego de cualquier sabio de salón, de cualquier mindundi que se limite a crear un personaje de cara a la galería.

Allá cada cual con su cada cuala, cuestión del destino, de los dioses o de la crisis mundial; es algo tan viejo como la propia humanidad, algo tan común como las amapolas en el campo.

Pero cuando semejante equipaje acompaña, y afecta, a otros seres vivos la cuestión me enerva hasta la histeria.

El ser humano siempre ha sido proclive al robo descarado de todo lo bello, no contento con el usufructo vital hemos sido machaconamente reincidentes en el egoísmo torticero.

Si un roble es bello en la naturaleza que mejor cosa que trasplantar un retoño a una maceta, manipularlo hasta convertirlo en enano y llevarlo al salón de casa, un arte milenario y oriental lleno de espiritualidad y vaya usted a saber que elevadas y complejas cuestiones más; el taoísmo lo consideraba un puente entre lo divino y lo humano.

Respeto profundamente las tradiciones inocuas, admiro todo lo que implique belleza; pero hoy por hoy la tradición espiritual, del cultivo de bonsais, no deja de ser un vano intento, en la mayoría de los casos, de compra en el hiper de la esquina…. riego durante dos semanas y muerte anunciada en dos días.

Pero existen similitudes escandalosas, reflejos de la necesidad de acercar la naturaleza al mando del televisor.

Y hasta aquí podíamos llegar, aquí es donde entra de lleno la mala leche y la indignación; por desgracia el perro lobo checoslovaco es un fiel reflejo de la naturaleza.

Por desgracia el plc es bello en todo su esplendor, llamativo y espectacular arrastra el estigma milenario del lobo.

Y no podíamos sustraernos a ese reclamo tan evidente, nos gusta, nos atrae…..queremos tenerlo.

Y la ignorancia entra en juego, todos sin excepción iniciamos esta andadura con la debida ignorancia; todos, la diferencia estriba en convertirnos en estridentes patos de escayola o en cabezones seres ávido de conocimiento.

La moda de los bonsais llenó y llena la grandes superficies comerciales de bellos y pequeños arbolitos, la gran mayoría de ellos sobreviven el tiempo justo para soportar los “cuidados” de alumnos aventajados del taoísmo doméstico….

Con el perro lobo checoslovaco empieza a suceder lo mismo, queremos tener un ser vivo diferente, lleno de necesidades, pleno de capacidades y saturado de problemas para su plena integración en entornos sociales.

Y más chulos que un ocho, llenos de ignorancia, nos barnizamos de orgullo y nos disponemos a crear un bonsai a nuestra medida.

Esa es la gran tragedia de la raza, nuestra propia ignorancia y nuestra nula voluntad por aprender; el problema NO estriba en el plc…… el gran problema reside en nosotros.

Y crece exponencialmente cada día, crece de un modo desmesurado; desconocemos el origen de la raza, nos trae al pairo su ser, nos la sopla en definitiva.

Eso sí…..cuando aparecen los problemas, cuando se desarrollan las características de la raza, entonces echamos mano de las tijeras de podar y comenzamos el ritual…… unas hojas por aquí, unas raíces por allá y unos cuantos alambres para darle forma caprichosa al tronco.

Y así nos luce el pelo, en esta vida antes de hablar es bueno pensar, antes de pensar es bueno sentir y antes de sentir es muy recomendable observar.

Si observamos, sentimos, pensamos y luego hablamos puede que seamos capaces de entender.

Si hay algo complejo, extremadamente complejo, es esta maravillosa raza; nos dará todo, nos aportará sensaciones y momentos inolvidables, creará un vínculo indestructible…siempre y cuando seamos capaces de esforzarnos, de informarnos, de observar, de sentir y de pensar.

En el lado opuesto estaremos ante nuestra indignación, nos repateará que el “arbolito” no cumpla nuestras expectativas…nos cabreará sobremanera que sea diferente, nos incomodará su natural tendencia a la inadaptación social y en definitiva nos consideraremos estafados….y dejaremos de regarlo. 

Verán ustedes, ni soy catastrofista ni tan siquiera agorero; me considero simplemente un observador y lo que veo día a día me provoca fiebre.

La moda del lobito está en auge, el compromiso para convivir con un plc a la baja, la natural disposición a la información y la observación se suple con el estigma de comportamientos que hay que “erradicar”…y nunca debemos olvidar que todo comportamiento es un signo evidente.

Informarse, comprender, entender, asumir, encauzar y respetar son cuestiones que por desgracia suenan a chino en este mundillo.

Mientras tanto seguimos tirando de tijeras de podar, de alambres y de riegos escasos o desmesurados.

Y lo tenemos crudo, muy crudo, nuestra maceta de porcelana siempre será un recipiente hecho a medida de nuestras necesidades, a medida de nuestra sociedad.

El perro lobo checoslovaco no está hecho para esa maceta….por mucho orgullo con el que disfracemos a nuestra ignorancia.