Las apariencias engañan.

“Las apariencias engañan la mayoría de las veces; no siempre hay que juzgar por lo que se ve”. Jean-Baptiste Poquelin, conocido como Molière, dramaturgo, humorista y comediógrafo francés fallecido en 1673.

El hábito no hace al monje, reza el proverbio español, y podríamos añadir que incluso el monje no es garantía o marchamo de santidad.

Todo lo aparente es relativo y no basta con mirar, incluso en ocasiones no es suficiente ver.

En este mundo reinan las apariencias cual corona real que ciñe nuestras sesudas testas.

Lo aparente, cual monarca imperial incontestable, tiraniza la lógica curiosidad y aplasta la necesaria duda; nos convertimos en meros palmeros siguiendo la corriente.

Estamos perdiendo la capacidad de pensar, o tal vez resulte mucho esfuerzo para mentes habituadas a las ideas basura; al igual que con algunas comidas rápidas, estamos instaurando el pensamiento bazofia.

Y será tarde, muy tarde, el momento en el que descubramos, con cara de asombro, que nada es lo que parece y que todo es relativo.

Pero no hay que preocuparse, no hay que leer ni observar, no es necesario razonar ni sentir…en esta puñetera sociedad basta con mirar, poner cara de entendido y seguir ejerciendo de oveja integral.

El problema llega cuando de esa sesuda costumbre, de esa pérdida de condición humana, se derivan acontecimientos sangrantes.

Y es que no hay mayor peligro, ni mayor gilipollez, que la idea preconcebida; ejercer de ovejas satisfechas y seguir caminos trazados es lo que tiene…….o vamos al pesebre, a engordar, o al matadero.

El mundillo del perro lobo checoslovaco – en ocasiones – es un crisol de apariencias, un escaparate de despropósitos y un pedestal de sublime ignorancia.

Uno podrá ser más o menos reflexivo, más o menos inquieto, podrá y deberá ser neófito en la materia…pero ser estúpido es ya para nota.

El perro lobo checoslovaco es aparente, quizás sea el cánido “doméstico” más aparente que jamás haya conocido; el plc parece agresivo, parece indomable, parece insociable..en definitiva parece un arma nuclear preparada para explosionar en cualquier momento.

Y hete aquí que lo anterior es caldo de cultivo para descerebrados, ignorantes y poligoneros ovejiles; qué mejor que un “lobo” para ataque y defensa y guardar una finca.

Así es, nos guste o nos escandalice…así empieza a ser en algunos casos; espinosa situación y peligrosa deriva, y de poco sirve desgañitarse en explicaciones….las apariencias ordenan y mandan.

Romper las apariencias es tarea titánica, siempre inconclusa y nunca gratificante; pero es necesaria,  y sobre todo imprescindible en este mundo de estereotipos e ideas inducidas.

El perro lobo checoslovaco se creo, entre otras razones, para el trabajo de “protección” de las fronteras naturales de la antigua República Checoslovaca.

Entiéndase “proteger” en su sentido más político y en la etapa del llamado “telón de acero”, ergo fundamentalmente evitar la salida y entrada de personas por parajes naturales; y lo anterior conllevaba un arduo trabajo de adiestramiento en la búsqueda, el acoso y posterior derribo. 

En consecuencia la raza se desarrolló en parajes naturales, en grandes extensiones de terreno (no una caseta de control con una barrera en un paso fronterizo de montaña) potenciando el olfato y el oído y utilizando su capacidad de trabajo en manada.

Nada que ver con la guarda y defensa de una finca o un espacio reducido, nada que ver con la tradicional costumbre de otros cánidos en relación a su utilización ancestral en dichas tareas.

Pero debemos añadir la natural disposición del plc, heredada del lobo, a evitar todo conflicto que no sea ventajista; pura supervivencia, atávica costumbre por la que han podido sobrevivir, a duras penas, a nuestra propia especie.

Un perro lobo checoslovaco, por regla general, evitará el enfrentamiento directo con cualquier ser humano; puede mostrar signos aparentes de agresividad pero son tan sólo señales de advertencia, una defensa natural ante cualquier estímulo que les pueda suponer la duda o el peligro.

Por supuesto que se pueden adiestrar para todo lo contrario, al igual que se puede adiestrar a un niño para ser un asesino, pero la raza porta en sus genes una extraordinaria capacidad para buscar espacios, buscar salidas  y poder observar en la distancia, medir el peligro y en general evitarlo.

Forzar el comportamiento de un plc hacia la soledad de una finca, hacia potenciar su agresividad, es un error de consecuencias incalculables; pretender que un plc sea un animal de guarda y defensa es contra natura y una estupidez palmaria. 

El perro lobo checoslovaco necesita sentirse integrado en su convivencia diaria, gregario hasta la saciedad precisa asumir su papel pero siempre en compañía…en nuestra compañía.

La agresividad en esta raza es el último cartucho, muy peligroso si se le acorrala o se dan determinadas circunstancias; el enfrentamiento entre dos machos, o dos hembras, de perro lobo checoslovaco puede ser mortal……en muy concretas situaciones.

Pero lo normal será un despliegue de señales que, como en la naturaleza, culminen con un dominante y un sumiso….el problema se dará cuando ambos ejemplares sean dominantes y las circunstancias sean propicias.

Las señales en en el perro lobo checoslovaco son escandalosas….. gruñidos, encías al aire y pelo completamente erizado de la cola a la cabeza; pero nunca olvidemos que forman parte del lenguaje de la raza…no es la antesala de un ataque salvaje e indiscriminado.

Las apariencias engañan, y tras ellas se oculta un animal gregario, cauto, observador, fuerte y leal y ante todo amante de los espacios abiertos de los que disfruta en compañía de su dueño.

Nunca será un mastín, jamás un perro de presa…. y siempre que sepamos convivir con ellos será lo que le corresponde por derecho propio.

Un pedazo de naturaleza que a duras penas sobrevive a las apariencias y sobre todo a nuestra ignorancia.

Las apariencias engañan.

Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos“. Nicolás Maquiavelo, historiador, político y teórico italiano fallecido en 1527.

El sabio Aristóteles afirmó que somos fundamentalmente tres cosas, lo que los demás ven, lo que creemos ser y lo que realmente somos.

En la era de la imagen, verdadera lacra social, todo se simplifica de un modo alarmante. Somos aquello que parecemos y punto, somos la superficie de los estereotipos; y además sufriremos rechazo si esa imagen no se ajusta a lo establecido, no hay lugar para las personas, animales u objetos diferentes.

Prima de un modo alarmante la imagen de una belleza superficial, se eleva a los altares de lo perfecto la superficie y se denosta e ignora el propio ser.

Las apariencias son una lacra, una marca a fuego que persigue a todo lo que no se ajuste al patrón imperante. Se fomenta un colectivismo social tan increíble como la oscura etapa de los jemeres rojos en Camboya.

Las relaciones humanas se virtualizan, el aislamiento juvenil tras las redes sociales se incrementa, el nivel de conocimientos se ciñe exclusivamente a lo básico y las apariencias marcan la pertenencia o la marginación.

Todo en esta sociedad está sujeto a criterios estandarizados, se nos enseña a seguir tendencias; la reflexión y el  propio conocimiento son aspectos abandonados.

Lo que nos rodea debe estar ajustado a dichos patrones, o nos convertimos en “raritos”; a este paso perderemos las extremidades en la propia evolución de las especies, olvidaremos la importancia de un libro, seremos incapaces de escribir en un folio de nuestro puño y letra.

Las palabras son importantes, la tradición oral dio paso a la escritura marcando un hito en el devenir de las civilizaciones; acabar con ello significará perder la libertad, la capacidad de decidir en base al conocimiento.

Toda apariencia es una impostura relativa, tras ella encontraremos mil y una razones mucho más importantes que esa primera impresión. En el perro lobo checoslovaco encontramos tal cantidad de apariencias que resultan abrumadoras.

La primera apariencia impactante es la belleza salvaje, engancha a primera vista; la palabra lobo se desgasta de tanto escucharla en boca de niños y adultos, siempre he mantenido que dicha belleza es realmente uno de los estigmas de la raza.

Puedo estar equivocado, probablemente,  pero esa atracción se convierte en fatal cuando tan sólo se valora la superficie morfológica; un animal de compañía como el plc apareja mucho más tras de si que la belleza natural.

Y por desgracia algunas personas se quedan en esa primera impresión, en ese cuadro inanimado. El hombre ha logrado una raza tan extraordinaria a la vista como compleja en su devenir, ese es el precio real.

Sin embargo, si ahondamos en ello descubriremos un lado poco conocido y engañoso; una segunda apariencia impactante y que puede causar miedo, rechazo y marginación.

El perro lobo checoslovaco en su interacción, fundamentalmente entre ellos y con otros perros, es aparentemente bruto, bestia y desmedido.

Su ritual es tan cercano al aprendizaje en la naturaleza, tan próximo a lo que un grupo de lobos haría que nos impacta.

Sus juegos son entrenamientos de acoso y derribo, perfeccionamiento de estrategias de caza.

Y los son por pura genética, memoria transmitida y no aprendida. Impactante a la vista y oído, y si en el juego se superan determinadas barreras aparecerá el poderío real de la raza; pelo erizado, hocico levantado enseñando unos impresionantes colmillos y sonidos guturales para poner los pelos de punta.

Apariencia, por regla general, y un extraordinario despliegue de mecanismos de advertencia, de pura defensa natural; las señales de un plc son muy importantes y no marcan otra cosa que un lenguaje de comunicación tan rico como llamativo y eficaz.

Pero hemos de reconocer que todo lo anterior es muy difícil de entender, incluso para nosotros los propietarios de plc; no digamos ya para otras personas que, con perros de otras razas, pueden llegar a ser testigos de ese comportamiento.

Nada de lo descrito es el resultado de un peligro inminente, o de uno potencial, es simplemente el código de conducta y las señales del perro lobo checoslovaco; diferente a otras razas e innato a su esencia.

Pondré un ejemplo real, vivido casi a diario, convivimos con dos ejemplares y la interacción entre ellos es un libro abierto si deseamos leer; los juegos diarios conllevan persecuciones por toda la casa, presas en el cuello y las patas; verdaderas demostraciones de fuerza, y en multitud de ocasiones alguno de los dos supera la barrera de lo que el otro tolera.

En ese momento, inolvidable por lo impactante la primera vez que lo vivimos, se produce lo que aparentemente es una pelea salvaje con movimientos rápidos colmillos al aire, dentelladas a diestro y siniestro y rugidos escalofriantes…..resultado, ni un sólo mordisco o daño…..y al instante ambos ejemplares guardan una distancia prudente para aproximarse y dedicarse varios lametones y aquí no ha pasado nada.

Interpretar lo anterior resulta complejo, pero lo que es evidente – en este nuestro caso – es la nula voluntad de causar daño; apariencia teatral o muy real pero alejada del peligro.

Manejar estas situaciones, en un entorno exterior, es tan complicado como pretender que cualquier persona lo entienda a primera vista; pocos verán lo que realmente son y todos se quedarán con lo aparente.

 Y soy muy consciente de que las explicaciones, la información en tiempo real que intentemos dar, nunca alejarán el asombro en otros propietarios de perros; dependerá de la persona, entender o rechazar a estos ejemplares…y a nosotros convivir con el engaño de una apariencia que, no está hecha a la medida de esta sociedad….y es totalmente comprensible.

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