Irremediable.

La naturaleza vuelve a los hombres elocuentes en las grandes pasiones y en los grandes intereses“. Francois Marie Auret, más conocido universalmente por Voltaire, escritor, historiador, filósofo y abogado francés fallecido en el 1778.

Voltaire es considerado uno de los grandes representantes del movimiento denominado “ilustración”, periodo en el que se sublimó la razón human, la ciencia y el respeto hacia la humanidad.

La naturaleza nos afecta queramos o no, nuestra propia naturaleza ejerce un influjo poderoso; somos un producto primigenio de la vida en el planeta, quizás no el más ejemplar, con toda seguridad el más destructivo.

Pero lo que resulta indudable es que aún hoy, a pesar de siglos de empecinada obsesión por erradicar nuestros propios orígenes, en cada ser humano subyace una especial atracción hacia lo natural.

Natural es sinónimo de naturaleza aunque lo disfracemos de lagarterana, y en la era de la globalización, y de las nuevas tecnologías, sufrimos un irremediable mal.

El de la más absoluta soledad, esta sociedad prima de un modo obsesivo la comodidad de lo virtual; llegados al extremo de olvidar hasta la escritura y la conversación; la tecnología nos conduce a la comodidad de comunicarnos virtualmente, de comprar virtualmente, de odiar y amar virtualmente.

De tal modo que, en ocasiones, un aparato electrónico se convierte en nuestra única ventana al mundo; amamos, odiamos, nos divertimos y vivimos pegados a esa pequeña ventana.

Irremediable quizás, arrasador cual horda esteparia sin duda; estamos perdiendo el contacto con lo verdadero, dejamos atrás escuchar de viva voz historias, sentimientos y sensaciones.

Nos obliga a vivir pegados a esa pequeña ventana, en la que un mundo virtual nos envuelve cual seno materno; nos sentimos seguros, podemos disimular o fantasear, sabemos mentir cuando es necesario y sobre todo nos obliga muy poco a ser nosotros mismos.

Este fenómeno cabalga desbocado, sin darnos cuenta nuestra vida no es imaginable si nos retirasen el dispositivo móvil o el ordenar personal; podemos hacer una prueba, sencilla y determinante, pasemos un sólo día sin esa drogodependencia.

Sin embargo el ser humano siempre es rebelde con causa, capaz de lo mejor y lo peor; y nuestro lado natural es cabezón, sentimos una necesidad visceral, nada cognitiva, por acercarnos a lo verdadero.

Por suerte nada es absoluto, nada es inmutable, y a pesar de todo lo negativo que nos rodea nos queda el derecho a escoger; y algunos optamos por la locura, por el sol, el barro, la lluvia y el olor a naturaleza.

Optamos por convivir con un perro lobo checoslovaco, escogemos dedicar una parte importante de nuestro escaso tiempo libre a vivir; una vida nada virtual, un tiempo plagado de momentos y sensaciones.

Pero además no lo hacemos en soledad, la grandeza de esta raza nos empuja de manera gregaria a conocer a otros locos como nosotros; cada artículo que he publicado a tenido como nexo de unión la raza, hoy quisiera ensalzar a todos aquellos que optaron por esta locura nada transitoria.

Es curioso cómo los seres humanos se aproximan por afinidades de lo más extrañas, somos gregarios y sociales con un punto ácrata muy destacado; y con esta raza existe un peaje indiscutible, la obligada necesidad de compartir.

Compartimos experiencias cual madres primerizas, ponemos en común nuestras cuitas y desgracias; pero lo más importante sin duda es que conocemos a personas.

Personas que como nosotros han optado por algo extraño, seres humanos que ponen en valor lo natural, lo bello, lo auténtico; ni mejores ni peores que otros, tan sólo diferentes.

Y no nos llamemos a engaño, sería ridículo, de todo hay como en botica; pero obviaré lo que considero la casta suprema, me quedo con la plebe, con aquellos que convivimos a diario con nuestros ejemplares, observamos, nos esforzamos y sobre todo respetamos la esencia de la raza.

Gente sencilla, y que a lo largo de estos años me han demostrado tener un valor único; un gran corazón, una tremenda humanidad y ante todo una extraña capacidad de acogida.

Cada ser humano arrastra una historia personal, problemas, filias y fobias; pero cuando nos une algo como esta locura he de afirmar que me sorprende la capacidad de comprensión, de aceptación.

Poco importa lo que tienes, nada de dónde seas, o a qué te dediques, lo realmente importante es que tu opción es común al resto y ese resto te acepta con los brazos abiertos.

Ñoñerias las justas, no se trata de dibujar los mundos de Yupi; se trata de ensalzar un fenómeno curioso, al menos a mi me resulta muy sorprendente.

He podido comprobar cómo personas que apenas se conocían, tan sólo virtualmente, han abierto las puertas de su casa, han acogido a un grupo de locos con sus salvajes ejemplares y han convivido durante días de un modo envidiable.

Algo hay en esta raza que une a personas muy especiales, algo en esa elección genera un vínculo humano muy fuerte; y en estos tiempos de egoísmo, de individualismo y de la supremacía de lo material me declaro asombrado y rendido ante ello.

No es normal recuperar la ilusión por compartir con los demás, no resulta habitual mostrar sincera preocupación por las cuitas del resto; algo positivo nos otorga esta locura.

He conocido grandes personas gracias a esta raza, del mismo modo he conocido personajes y personajillos; de todos ellos he aprendido a ser un poco más tolerante, o radicalmente intransigente, y sobre todo he aprendido a vivir con intensidad.

Voltaire no se equivocaba al afirmar que la naturaleza vuelve elocuentes a los seres humanos, en las grandes pasiones y los grandes intereses.

Personalmente agradezco a esta raza muchas cosas, y me quedo con esa ventana real hacia lo natural, lo verdadero y el acercamiento humano; con miserias y alegrías pero con el calor de quién desea compartir….irremediable, por suerte.

P.S.

Este artículo está dedicado a una gran persona que me impulsó a escribirlo. ……va por ti lady.

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Salvaje.

“Si no hubiera sido inventada la sociedad, el hombre hubiera seguido siendo una bestia salvaje, o, lo que viene a ser lo mismo, un santo”. Mijail Aleksandrovich Bakunin filósofo ruso y considerado uno de los padres del anarquismo, nacido en el seno de una familia noble de la Rusia imperial murió en el año 1867.

Las palabras definen, etiquetan y consolidan lo que, sin cuestionarse, se acepta de un modo universal.

La historia deforma, deriva y encasilla términos que para nada se corresponden con la figura alegórica que se pretende mostrar.

Así pretendemos mostrar una imagen de lo imposible, de aquello que en sí mismo nunca puede tener rostro…aunque tenga alma.

Me enciende, me provoca y me pone de muy mala leche la utilización de la palabra salvaje; y casi siempre que se utiliza, se hace de manera gratuita, peyorativa , y lo que ya es enervante…… se adorna con tintes académicos.

La palabra salvaje resulta ser un término antropológico, que intentaba definir un estadio de la evolución humana anterior a la denominada “civilización”.

Y hete aquí que hoy nos regodeamos con la palabreja como sinónimo de cruel, instintivo o irracional; esto siempre que se aplica al ser humano, si de animales se trata entonces su significado cambia sustancialmente.

Al parecer un animal salvaje es aquel que vive en libertad en la naturaleza, no pierdan detalle del fondo conceptual, o que incluso viviendo en cautividad no es susceptible de ser domesticado.

Cada cual sea libre de quedarse con la figura alegórica que considere oportuna, en todo caso me permito ensalzar el hecho de la vida en libertad y en la naturaleza.

Y no se trata de poner el acento en lo anterior, se trata de reivindicar el lado positivo de la palabra salvaje; esta sociedad, mecanizada hasta extremos de globalizada estupidez, es muy dada a encasillar la naturaleza en apartados de aprovechamiento.

Y podremos encasillar hasta las nubes, si nos lo proponemos, pero no deja de ser una solemne gilipollez; pensemos un momento en la reacción cognitiva del ser humano al escuchar la frase “es un animal salvaje”…..el lado emocional disparará una inmediata conducta de rechazo, de miedo y de absoluta defensa.

El ser humano, en ocasiones, juega a ejercer el poder de lo absoluto; juega con mayor o menor sentido a ser un dios.

Nuestra raza, el perro lobo checoslovaco, es el resultado de una partida de ajedrez simbólica entre lo que se dio en llamar el Telón de Acero y Occidente.

Un pequeño eslabón, en el desarrollo de medios para controlar el mantenimiento y desarrollo de un poder.

Una intervención humana, planificando la mezcla de un animal salvaje con uno domesticado; es su historia nos pese o nos alivie, es el origen de esta increíble raza. 

Y la evolución geopolítica trasladó la raza al ámbito civil, se adaptó a esa sociedad civil y al mero hecho del desarrollo de la raza como elemento de compañía, atrás quedaba su originaria intención de medio para el control fronterizo, de seres humanos, en zonas agrestes.

Hoy tenemos ejemplares, junto a nosotros, que siguen siendo una bandera al viento de su propio origen.

Ejemplares que no sólo poseen una capacidad olfativa y auditiva superior a otras razas, que no sólo tienen un pelaje tres veces más tupido que el resto, ejemplares que no sólo tienen la apariencia de un lobo.

Esta raza, bajo mi personal visión, tiene algo que la diferencia de otros animales domésticos; algo que radicalmente le hace ser por derecho propio distinta.

Esta raza sigue siendo salvaje, si….a pesar de nuestros esfuerzos por domesticarla sigue siendo salvaje; es portadora de libertad y de naturaleza.

Y lo anterior no es un bucle melancólico ni retórica de salón, es lo que percibo día a día; respeto y admiro todas las corrientes que, con sana intención, pretenden dirigir la conducta del plc hacia entornos urbanos, sociales y civilizados.

Pero no dejo de admirar ese lado salvaje de estos animales, su comportamiento instintivo, su tozudez arcaica…su despliegue de capacidades en plena naturaleza.

El perro lobo checoslovaco sigue siendo un retazo de esa libertad que, algunos, tanto admiramos; un espejo de la naturaleza en el que los códigos más primigenios se reflejan en conductas.

Salvaje quizás a nuestro pesar, salvaje por derecho propio; evocando recuerdos, en muy pocas ocasiones he podido disfrutar tanto de una explosión de belleza, en su más amplia acepción, que cuando he visto a nuestros dos ejemplares recorrer montes y bosques.

Es en esos momentos cuando sus capacidades, sus increíbles habilidades, se muestran en pleno esplendor; cuando percibes que esta raza no está hecha para la jaula de una sociedad absolutamente predecible y encasillada.

Podré resultar exagerado, excesivo o incluso pueril; pero tan sólo trato de compartir aquello que me hace admirar a estos ejemplares, de elevar el respeto a su esencia y de rubricar su derecho…..si, su derecho a ser salvajes.

Nosotros los creamos, somos responsables de su existencia y presencia en nuestra sociedad; quizás les debamos, cuanto menos, el derecho a ser.

Inventamos esta sociedad, la seguimos inventando cada día, pero nunca olvidemos que antes de nuestra intervención la vida florecía y la libertad no era un derecho…..era un hecho.

Hoy, nos quedan retazos de ese pasado; y esta raza salvaje merece nuestro respeto.

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Un bosque con alma.

“Nuestros sentidos nos engañan o son insuficientes, cuando se trata de análisis, observación y apreciación”. Pierre Bonnard, pintor e ilustrador francés que alcanzó cierta notoriedad en el año 1900.

La ciencia convencional, tradicional e imperante, ha limitado los sentidos del ser humano a cinco concretos; vista, oído, olfato, gusto y tacto.

Que nadie ose argumentar nada más al respecto, somos ese compendio y lo demás obedece al campo de la fantasía, la locura o la gilipollez más extrema.

¿Por qué nos empeñamos en ser tan obtusos, tan extremadamente cobardes?.

Todo lo que no se entiende, todo aquello que no alcanzamos a diseccionar, cual rana en laboratorio, nos da miedo; el miedo nos lleva al rechazo y nos conduce al abismo del ostracismo.

Es una constante en el devenir de la humanidad, una sigla de identidad; hemos perseguido todo aquello que se situase al margen de la corriente imperante, en el ámbito de la religión con especial mala leche.

Hemos llevado a la hoguera al conocimiento, a la inquietud y en ocasiones a la verdadera esencia de un sentido negado hasta la extenuación.

La verdadera comunión del ser humano no se halla en ningún altar, no se encuentra en templos ni en religiones; la única comunión que ha permitido nuestra existencia y desarrollo ha sido la que nos permite la vida,  la naturaleza.

Pero somos flacos en memoria, anoréxicos en moral y psicópatas en actitudes.

Todo ha de tener una clara y diáfana explicación, salvedad de lo que nos interesa canalizar desde cualquier religión, aquello inexplicable es tabú; así siglo tras siglo hemos ido desechando el conocimiento ancestral que la propia naturaleza nos ha ofrecido.

Asesinando el conocimiento más profundo, y limitando los sentidos a lo evidente, hemos avanzado en esta civilización; y no seré yo quien niegue la mayor, ni rehúya los logros alcanzados, no….tan sólo reclamo el derecho a la diferencia.

La naturaleza es inexplicable, sorprendente y maravillosamente ecuánime; determinadas especies animales son portadoras, cual vehículo inmortal, de una especial capacidad.

El lobo, animal totémico ancestral, es una de ellas; la fascinación que ha ejercido, ejerce y ejercerá en el ser humano es evidente, ha sido su estigma y casi su exterminación.

Todos aquellos, que un buen día optamos por convivir con un perro lobo checoslovaco, disfrutamos esa diferencia; esa capacidad, ese misterio oculto tras una mirada subyugante.

Y vivimos pegados al asombro, enganchados a la fascinación más absoluta; esclavos de la sorpresa.

La naturaleza es sabia, cruda y real pero sabia; y en su entorno aún hoy podemos observar, experimentar y sentir.

Tener un plc nos conducirá, inexorablemente, a buscar espacios naturales dónde su propia esencia se convertirá en una explosión para los sentidos.

El bosque siempre ha ejercido una atracción fatal en el ser humano, espacio de cuentos y leyendas, hábitat de lo desconocido; ha sido, es y será el santo grial de lo oculto.

Nada nos predispone a una búsqueda enfermiza, al menos en mi caso, nada me haría pretender encontrarme con lo que desde hace un tiempo llevo sintiendo.

No se trata del oído o de la vista, no…… en nuestros paseos diarios – correrías alocadas de nuestros dos plcs – hemos hecho nuestro un pequeño bosque; repleto de robles y monte bajo.

Un lugar tupido y de muy difícil acceso, con una luz especial y lleno de vida; he observado con fascinación cómo de la espesura surgían nuestros dos plcs en una carrera alocada tras un corzo, y no una ni dos veces…..incontables y maravillosas.

Pero lo verdaderamente extraño, lo que en la primera ocasión me puso los pelos como escarpias, no es lo que haya visto; se trata de lo que he sentido.

En esa primera vez Ciro, el macho de plc, iba adelantado por una senda tan estrecha que apenas si podíamos avanzar por ella; de repente se paró en seco sin señales de alerta como la cola en alto, no….fue una parada en seco sin nerviosismo, pero inquietante.

De pronto abandonó la senda, internándose en la maleza de monte bajo y sin dejar de mirar a ese espacio de bosque al que habíamos llegado; no quiso avanzar más.

Lo he relatado en otro artículo pero me resisto a obviarlo, me dirigí al lugar intentando buscar el motivo; y a pesar de recorrerme todo ese espacio no pude ver ni oír nada.

Y me detuve….. al sentir una extraña sensación de escalofrío, físico, absolutamente físico; no había sonidos, no vi absolutamente nada….pero sentí de un modo sobrecogedor algo diferente, algo presente.

Ciro me observaba sin moverse, con una mirada que jamás olvidaré; absolutamente lobuna, intentaba comunicarse conmigo estoy convencido.

Y decidí sentarme, inundarme del momento; descubrir ese sentido inexplicable que nos hacía – hombre y animal – quedarnos prácticamente inmóviles.

He vuelto cada día a ese lugar en busca de respuestas, no he hallado ninguna; si he encontrado calma, paz, quietud y bienestar.

Los sentidos pueden engañarnos, sin duda lo hacen, pero cuando los convencionales no entran en juego aparece la grandeza de la percepción; la maravillosa sensación de que podemos ser capaces de sentir mucho más allá de la vista, el oído, el gusto, el tacto o el olfato.

Observar a un perro lobo checoslovaco parado en una senda, mirando fijamente hacia un espacio del bosque…….juro que jamás he experimentado nada parecido; y en cada ocasión en la que hemos vuelto al lugar  su actitud sigue siendo reverente, cauto y tranquilo pero reverente.

El bosque es fuente de vida y la vida es un regalo, un lobo es un valor incalculable y un plc un trozo de ese valor; el alma es lo inexplicable y nuestro bosque tiene alma.

En ocasiones nuestros sentidos son insuficientes……. los de un perro lobo checoslovaco siguen ligados a un bosque con alma.

P.S.

La fotografía que encabeza el artículo muestra el lugar exacto relatado.

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Las apariencias engañan.

Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos“. Nicolás Maquiavelo, historiador, político y teórico italiano fallecido en 1527.

El sabio Aristóteles afirmó que somos fundamentalmente tres cosas, lo que los demás ven, lo que creemos ser y lo que realmente somos.

En la era de la imagen, verdadera lacra social, todo se simplifica de un modo alarmante. Somos aquello que parecemos y punto, somos la superficie de los estereotipos; y además sufriremos rechazo si esa imagen no se ajusta a lo establecido, no hay lugar para las personas, animales u objetos diferentes.

Prima de un modo alarmante la imagen de una belleza superficial, se eleva a los altares de lo perfecto la superficie y se denosta e ignora el propio ser.

Las apariencias son una lacra, una marca a fuego que persigue a todo lo que no se ajuste al patrón imperante. Se fomenta un colectivismo social tan increíble como la oscura etapa de los jemeres rojos en Camboya.

Las relaciones humanas se virtualizan, el aislamiento juvenil tras las redes sociales se incrementa, el nivel de conocimientos se ciñe exclusivamente a lo básico y las apariencias marcan la pertenencia o la marginación.

Todo en esta sociedad está sujeto a criterios estandarizados, se nos enseña a seguir tendencias; la reflexión y el  propio conocimiento son aspectos abandonados.

Lo que nos rodea debe estar ajustado a dichos patrones, o nos convertimos en “raritos”; a este paso perderemos las extremidades en la propia evolución de las especies, olvidaremos la importancia de un libro, seremos incapaces de escribir en un folio de nuestro puño y letra.

Las palabras son importantes, la tradición oral dio paso a la escritura marcando un hito en el devenir de las civilizaciones; acabar con ello significará perder la libertad, la capacidad de decidir en base al conocimiento.

Toda apariencia es una impostura relativa, tras ella encontraremos mil y una razones mucho más importantes que esa primera impresión. En el perro lobo checoslovaco encontramos tal cantidad de apariencias que resultan abrumadoras.

La primera apariencia impactante es la belleza salvaje, engancha a primera vista; la palabra lobo se desgasta de tanto escucharla en boca de niños y adultos, siempre he mantenido que dicha belleza es realmente uno de los estigmas de la raza.

Puedo estar equivocado, probablemente,  pero esa atracción se convierte en fatal cuando tan sólo se valora la superficie morfológica; un animal de compañía como el plc apareja mucho más tras de si que la belleza natural.

Y por desgracia algunas personas se quedan en esa primera impresión, en ese cuadro inanimado. El hombre ha logrado una raza tan extraordinaria a la vista como compleja en su devenir, ese es el precio real.

Sin embargo, si ahondamos en ello descubriremos un lado poco conocido y engañoso; una segunda apariencia impactante y que puede causar miedo, rechazo y marginación.

El perro lobo checoslovaco en su interacción, fundamentalmente entre ellos y con otros perros, es aparentemente bruto, bestia y desmedido.

Su ritual es tan cercano al aprendizaje en la naturaleza, tan próximo a lo que un grupo de lobos haría que nos impacta.

Sus juegos son entrenamientos de acoso y derribo, perfeccionamiento de estrategias de caza.

Y los son por pura genética, memoria transmitida y no aprendida. Impactante a la vista y oído, y si en el juego se superan determinadas barreras aparecerá el poderío real de la raza; pelo erizado, hocico levantado enseñando unos impresionantes colmillos y sonidos guturales para poner los pelos de punta.

Apariencia, por regla general, y un extraordinario despliegue de mecanismos de advertencia, de pura defensa natural; las señales de un plc son muy importantes y no marcan otra cosa que un lenguaje de comunicación tan rico como llamativo y eficaz.

Pero hemos de reconocer que todo lo anterior es muy difícil de entender, incluso para nosotros los propietarios de plc; no digamos ya para otras personas que, con perros de otras razas, pueden llegar a ser testigos de ese comportamiento.

Nada de lo descrito es el resultado de un peligro inminente, o de uno potencial, es simplemente el código de conducta y las señales del perro lobo checoslovaco; diferente a otras razas e innato a su esencia.

Pondré un ejemplo real, vivido casi a diario, convivimos con dos ejemplares y la interacción entre ellos es un libro abierto si deseamos leer; los juegos diarios conllevan persecuciones por toda la casa, presas en el cuello y las patas; verdaderas demostraciones de fuerza, y en multitud de ocasiones alguno de los dos supera la barrera de lo que el otro tolera.

En ese momento, inolvidable por lo impactante la primera vez que lo vivimos, se produce lo que aparentemente es una pelea salvaje con movimientos rápidos colmillos al aire, dentelladas a diestro y siniestro y rugidos escalofriantes…..resultado, ni un sólo mordisco o daño…..y al instante ambos ejemplares guardan una distancia prudente para aproximarse y dedicarse varios lametones y aquí no ha pasado nada.

Interpretar lo anterior resulta complejo, pero lo que es evidente – en este nuestro caso – es la nula voluntad de causar daño; apariencia teatral o muy real pero alejada del peligro.

Manejar estas situaciones, en un entorno exterior, es tan complicado como pretender que cualquier persona lo entienda a primera vista; pocos verán lo que realmente son y todos se quedarán con lo aparente.

 Y soy muy consciente de que las explicaciones, la información en tiempo real que intentemos dar, nunca alejarán el asombro en otros propietarios de perros; dependerá de la persona, entender o rechazar a estos ejemplares…y a nosotros convivir con el engaño de una apariencia que, no está hecha a la medida de esta sociedad….y es totalmente comprensible.

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Salir por patas.

“Todos los cerebros del mundo son impotentes contra cualquier estupidez que esté de moda”. Jean de la Fontaine, fabulista y contemporáneo de Molière.

En ocasiones la estupidez pone de moda una tendencia, un capricho banal o cualquier otra ridícula apetencia. Podremos mirar de reojo la irrisoria ocurrencia, o ponernos de medio lado ante la puñetera tontería.

Pero en ocasiones, en largos periodos de la historia de la humanidad, es la propia estupidez la que está de moda; ciclo mecánico y repetitivo de nuestras más profundas capacidades para convertir todo aquello que abarcamos en un mar de lágrimas.

Que esta sociedad se encuentra enferma es un hecho, quizás estemos agotando un ciclo y toque cambiar de tercio por bemoles; nadie es profeta ni en su tierra ni en casa del vecino del cuarto.

Pero la estupidez colectiva es un motor, que mueve voluntades y aplana traseros en cómodos sillones; y para detectar lo anterior no hace falta ni ser profeta ni estar iluminado por la sabiduría más sesuda.

En muchos ámbitos resulta tan evidente que ya es insoportable tanta gilipollez, y perdonen el tono y la estridencia, pero cuando de un comportamiento arraigado nace un daño de los llamados “colaterales” se me enciende hasta la fecha de nacimiento.

Recientemente he leído un anuncio, en una página de las más solicitadas en internet, cuyo encabezamiento y contenido es para enmarcar; el anuncio reza así “Cambio loba checa por Iphone”…….y no queda ahí la cosa, el sujeto o sujeta continúa explicando que lo hará siempre que el dispositivo de marras sea el 6 plus 32 gb…vamos que cuidadín con ofertas de menor rango.

Con todos mis respetos al autor o autora, considerando que cada uno es libre de ejercer sus capacidades y de exhibirlas en plaza pública, no entraré ni a juzgar ni a denostar o alabar la acción.

Simplemente intentaré contar hasta cien, cuando menos, antes de pensar si esto es una moda estúpida o la estupidez está de moda; tras respirar profundamente me asalta una duda, ¿qué estamos haciendo tan mal con esta raza para que sigamos jugando al escondite y a las medias verdades?.

No lo se, realmente  mi capacidad de asombro es ilimitada; sin embargo sí conozco carencias y necesidades evidentes.

Todos, y cuando digo todos me refiero a criadores, propietarios y sus respectivas asociaciones, somos responsables del momento que está viviendo el perro lobo checoslovaco en nuestro país.

Sin duda tenemos una responsabilidad, y no es la de vivir aislados con nuestros ejemplares – sin importarnos un pimiento lo que suceda más allá de nuestro entorno – tenemos la responsabilidad de velar por ellos.

Velar y no poner cirios a la Virgen de los desamparados o enzarzarnos en luchas intestinas del tú más y yo menos, velar implica informar, mostrar la realidad, enseñar el lado bueno y el menos agradable de la convivencia con un plc; velar significa proteger de las gilipolleces, prevenir los desastres y ahuyentar las modas y estupideces.

Y soy consciente de la utopía, faltaría más, soy consciente de los intereses bastardos que en ocasiones dirigen la proliferación de esta raza.

Por supuesto nos queda el derecho al pataleo, el noble ejercicio de mentar a la madre de to quisqui…para seguir igual, para continuar en un bucle dramático que nos lleva irremediablemente al desastre.

Personalmente no alcanzo a entender por qué extraña razón no somos capaces de aunar fuerzas, qué diablos impide de una vez por todas dar un puñetazo, encima de esta mesa de carnicero, y poner un poco de cordura; tan sólo un poco.

Mientras tanto seguimos disertando sobre el sexo de los ángeles, jugamos a mostrar nuestros ingentes conocimientos sobre la raza, sobre genética, etología y si me apuran sobre la madre que parió a la loba Brita.

Mientras tanto miren el panorama, observen detenidamente la ingente cantidad de “fracasos” con propietarios que se deshacen de un plc cual si fuese un pato de escayola y reflexionemos todos sin excepción.

Repetiré hasta la extenuación que no es fácil, pero me niego a creer que sea imposible…y en todo caso es nuestra obligación.

Predicar si es necesario en el desierto del egocentrismo y los intereses materiales, algo quedará, algo removeremos en la conciencia individual y colectiva de todos aquellos que nos llenamos la boca con el “amor hacia la raza”.

Hechos, y no palabras, son tan  necesarios hoy y aquí que, en caso contrario, estamos condenando a esta raza a servir de capricho pasajero a las modas petulantes e irresponsables; hechos aunando esfuerzos, conocimientos, capacidades y voluntad.

Si las modas estúpidas nos asolan no se trata de un fenómeno pasajero,  es un claro reflejo de que la propia estupidez impera cual caballo desbocado; o ponemos remedio, o esta raza saldrá por patas….no me cabe la menor duda.

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