Manadas y soledad.

“La soledad es a veces la mejor compañía, y un corto retiro trae un dulce retorno”. Jhon Milton poeta y ensayista inglés fallecido en 1674.

Una de las mayores fobias del ser humano es sin duda la soledad, desconocida e inquietante aturde a cualquiera; somos animales gregarios y no estamos preparados para ese espacio reducido a nuestra propia existencia.

Sin embargo, la soledad es un buen ejercicio en su justa medida; impuesta resulta una condena al ostracismo, escogida durante un corto periodo de tiempo ayuda a entender muestra propia existencia.

Esta dualidad apenas acontece en el reino animal, la mayoría de seres vivos lo son gracias al gregarismo; permite sobrevivir aunando esfuerzos.

No resulta nunca excluyente, en multitud de etapas de la vida – de muchas especies animales – la soledad es un destino final; marcado por la propia pervivencia del grupo y arrastrando, a determinados individuos, a una vida errante y solitaria.

El perro lobo checoslovaco resulta especialmente significativo, aturde en ocasiones su desmedida necesidad del grupo, de la manada o cómo quieran definirlo; que para el caso resulta igual.

La soledad no es un entorno favorable a los cánidos, en ningún caso; sea cual sea la raza, lugar o circunstancias, cualquiera de las razas de perros y sin lugar a duda los lobos necesitan la compañía del grupo.

Y aquí entramos en harina, en materia sensible…. sobre todo a los ojos de quien no quiere ver ni con una pantalla panorámica; de nuevo la estupidez humana da paso a argumentos tan torticeros que resultan un compendio de sabiduría egoísta.

Que no todas las razas son aptas para todo el mundo es un hecho objetivo, nos duela, nos repatee los hígados o nos deje indiferentes.

Cada raza tiene, y mantiene, características tan propias como su historia, su evolución y su domesticación.

El plc necesita la compañía del grupo, precisa como el comer o respirar sentirse integrado formando parte de él.  

El perro lobo checoslovaco, además,  necesita fijar su entrada en “sociedad” en un periodo crucial; desde su nacimiento y al menos hasta el año o los dos años de vida.

Cada etapa de impregnación, del entorno inmediato y exterior, es crucial para su desarrollo.

Y visto y repetido lo anterior, hasta la extenuación, olvidamos que nada se puede lograr si condenamos al ostracismo de la soledad a un ejemplar de esta raza; y no hablo de llevarlo pegado al pecho cual mascota de famoseo.

Tonterías las justas en este caso, hablo de forjar un vínculo necesario desde la llegada a casa del cachorro; hablo de una dedicación que implica compañía y un espacio en su entorno inmediato.

Si la dedicación se centra, exclusivamente, en que el cachorro aprenda ha regar y abonar la calle; si se centra en sacarlo a dar una vuelta cual tarea de oficina ….con toda seguridad la propia esencia del plc dará un vuelco a su comportamiento.

Que nadie se llame a engaño, esta raza no es para nada parecido; esta raza – debemos decirlo alto y claro – necesita de una dedicación muy especial….sobre todo hasta su madurez.

Preparación, información e intercambio de experiencias entre propietarios son claves necesarias; el plc es un reto posible, es un animal tan extraordinariamente especial que, una vez convives con él, algo te une de por vida a su esencia.

No resulta fácil dar pautas concretas, cual manual de uso de una lavadora, al menos para mí; no resulta fácil por la sencilla razón de que existen las excepciones, existen ejemplares diferentes y proclives a una menor complejidad.

Lo que si resulta necesario es entender, de una vez para todas, que este ser vivo adolece de unas necesidades básicas diferentes, por regla general, al resto de razas.

Su innata astucia debe ser canalizada, su heredada desconfianza debe ser minimizada, su extraordinaria capacidad física debe ser satisfecha y por último su natural dominancia debe ser trabajada en pos de ubicarla en su justa medida.

Y para todo ello, ardua tarea, la soledad es la garantía del fracaso; y cuidado, repito……no se trata de vivir pegado a nuestro plc cual segunda piel, no se trata de que sea nuestra sombra.

Existen soledades tan abrumadoras como la soledad física, mucho más destructivas; la soledad emocional es la última frontera antes de entrar de lleno al país del desastre.

La relación con un plc es tan intensa como especial, dependerá de nuestra aptitud y  actitud hacia él los logros y fracasos; sin obviar comportamientos extremos – que por supuesto se dan – en los que todo nuestro trabajo y dedicación  pueden no lograr el fruto deseado.

Aquí debemos ser muy claros y diáfanos, existe un riesgo; en ocasiones surgen ejemplares complicados, extremadamente recelosos con su entorno exterior, radicalmente enfrentados a la vorágine del entorno urbanita y del propio ser humano.

Y en estos casos cualquier soledad, sea física o emocional, generará un grave problema de conducta.

Podremos acudir a especialistas en conducta, hablo con conocimiento de causa, podremos intentar lo indecible; desde dicha asistencia especializada hasta el uso de fármacos, y puede que no logremos que nuestro ejemplar sea un sujeto “normal”.

Pero incluso, en estos casos extremos, la dedicación y la comprensión de su diferencia nos harán si no avanzar al menos nunca retroceder.

El perro lobo checoslovaco sigue siendo el gran desconocido, la raza sigue siendo el “santo grial” del conocimiento; esta raza hoy, igual que ayer, precisa de una adecuada información; necesita para su propia existencia a futuro eliminar verdaderas gilipolleces como la moda y el capricho.

Esta raza es esclava de su belleza, deudora de una hipoteca vitalicia….su morfología lobuna.

Esta raza está en manos de criadores y propietarios, si ejercemos con sensatez el camino irá forjando un futuro al menos estable; si dejamos que modas, caprichos y negocios mercantiles nos inunden…….el desastre está asegurado.

Un perro loco checo, que así me gusta llamarlo, puede disfrutar en soledad con un simple palo; puede ser un payaso integral en ese momento de encuentro con su propio ser….pero nunca olvidemos que tras esos momentos divertidos existe un espacio del que se siente parte, existe un vínculo que regula su razón de ser y estar.

La soledad puede resultar una buena compañía, siempre que antes y después exista el calor del retorno a la “manada”.   

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Presuntos culpables.

“Uno es para siempre responsable de lo que domestica”. Antoine Marie Jean-Baptiste Roger de Saint-Exupéry, aviador y escritor francés conocido mundialmente por su obra el Principito.

Toda experiencia vital, cuando es intensa, marca al ser humano de forma indeleble; da nueva forma al espíritu, quebrando o fortaleciendo el mismo.

Somos, en gran medida, fruto de nuestras experiencias; consecuencia de lo vivido y sobre todo de cómo hemos afrontado cada momento.

Somos compendio de momentos vitales que han marcado nuestro carácter.

Y negamos la mayor, la vorágine de nuestras vidas impide que giremos la cabeza y volvamos la vista atrás.

Así en ocasiones el mal, estigma del comportamiento humano y de toda religión, anida en nosotros de manera progresiva.

Y lo peor, es que cuando se asienta resulta ya imposible identificarlo como algo negativo; somos tan engreídos, tan absolutamente irreflexivos, que siempre justificamos conductas y comportamientos.

Y lo hacemos achacando las mismas a circunstancias tan vagas como ridículas. Un duro pasado, el estrés, el vecino del cuarto y la madre superiora suelen ser los responsables de nuestros actos. Cuando no el destino, que ya es para pedir la cuenta y salir de este tablao.

Hoy me tomo una pequeña licencia, una vez más no pretendo equiparar las líneas que siguen a la capacidad absolutamente deleznable del ser humano para con su misma especie; tan sólo pretendo mostrar un sentimiento, que no excluye nada y no pretende poner en píe de igualdad a seres humanos y animales.

Sin entrar en disquisiciones muy profundas, sin psicoanalizar la conducta humana, el hecho es que determinadas noticias me provocan tal hastío, tal repugnancia y tan mala leche que reniego de considerar la maldad un hecho justificable.

Y no hablo de la capacidad caníbal del ser humano, o la capacidad de infligir daño a otros semejantes. Hablo de ensañarse con animales, con esa casta inferior de la que se saca provecho hasta la extenuación.

Hace poco se difundía la imagen impactante de un caballo, muerto por inanición…Cervantino de nombre; abandonado a la muerte más repugnante, lo peor de la noticia no es el hecho en si.

Lo peor es que el animal fue utilizado en al menos dos series de televisión de gran audiencia, se lució su nobleza y se expuso su belleza a los ojos de los televidentes.

Y el noble jamelgo acabó pudriéndose en el suelo con la piel como manto y los huesos como sustento. Maldad pura, absoluta negación de la moralidad.

Somos responsables para siempre de aquello que domesticamos, o al menos así debiera ser; pero ante todo somos presuntos culpables.

Presuntos culpables de no saber asumir responsabilidades, presuntos ignorantes y presuntos ciegos, sordos y mudos ante multitud de hechos.

Y ahí acaba la presunción, en dos líneas sangrantes; porque sabemos distinguir el bien del mal, al menos en carnes propias, sabemos que para sufrir dolor en un dedo no hace falta atizarse un martillazo.

Y sin embargo deslizamos el velo del olvido, del silencio, del vistazo rápido y huidizo ante la crueldad sin sentido; no somos presuntos, somos culpables de jugar a dioses poderosos.

Somos responsables por comisión y omisión de salvajadas cómo la que nos ocupa, somos tan mezquinos que consideramos la noticia algo llamativo, escandaloso y casi fuera de tono.

En cuanto al responsable, o responsables, de semejante muestra de ignominia……podría verter una enciclopedia entera de insultos, maldiciones y exabruptos, pero me limitaré a mentar la madre que lo parió o los parió.

Madre que con toda seguridad acunó a ese bebé en su seno, madre que probablemente a parte del ser le dio cariño a raudales, y a pesar de todo el hijo, ese ser humano especial, llegó a convertirse en un ser ruin como pocos; y poco o nada me importa qué le deparó la vida.

Por la sencilla razón de que, no conozco a ningún “tarado” capaz de infligir daño a un ser vivo que practique dicho “deporte” consigo mismo.

La maldad anida, y en ocasiones se reproduce de una manera alarmante; resulta quizás el precio de nuestra existencia, no nos escandalicemos…desde antaño han existido, existen y existirán seres humanos capaces de infligir dolor, sufrimiento y muerte con media sonrisa en la boca.

Culpables de existir, simplemente culpables… ocupando un espacio que nos avergüenza pero que toleramos mientras no nos toque de cerca.

Aquellos que consideramos a los animales un don de la naturaleza, un regalo para nuestra existencia, no somos animalistas ni mucho menos militantes extremistas de un enfrentamiento inexistente; creo que tan sólo valoramos la vida, apreciamos la nobleza y disfrutamos con ello.

La moralidad está desfasada, el bien es ridículo y la bondad una gilipollez; así nos va este baile, y así asistimos a hechos que empiezan a ser tan comunes que acabaremos por considerar que son cosas “que pasan”.

Cervantino probablemente dio a sus dueños, y cuidadores, una mirada parecida a la imagen que encabeza este artículo; limpia, sin dobleces y llena de nobleza.

Nuestra mirada hoy, al ver su cuerpo tendido en el suelo, debiera ser al menos un justo pago a su noble existencia.

En cuanto al responsable, o responsables, de su muerte, mi más sincera repugnancia….poco más puedo decir.

Somos responsables de lo que domesticamos, y culpables convictos y confesos de la mayor estupidez humana; matar la belleza.

 

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Rebeldes con causa.

“La desobediencia es la virtud original del hombre. Mediante la desobediencia y la rebelión se ha realizado el progreso”.   Oscar Wilde, dramaturgo y novelista irlandés. 

Oscar Wilde es un trozo de historia que pervive a pesar de su fallecimiento en el año 1900, falleció en París con 46 años y en la más absoluta indigencia; ello tras haber “purgado” dos años de prisión por su diferencia con respecto a la moral victoriana predominante en su época.

La rebeldía es inherente a algunos seres humanos, es sin duda un motor que puede propiciar el avance o el retroceso en función de su uso.

No existen rebeldes sin causa, existen causas para la rebeldía;  ayer …hoy…y sin duda mañana.

Pero la duda razonable me asalta, ¿ la rebeldía es una virtud exclusiva del ser humano?; como modesto observador, de la conducta animal, creo que no es una virtud que sea coto exclusivo de nuestra especie.

Existe una definición que,  reconozco sin ningún rubor, me provoca una sonrisa cómplice; rebelde, persona o animal difícil de educar, dirigir o controlar..

Y es que nuestra raza, el perro lobo checoslovaco, reúne por completo las tres características; es muy difícil de educar, resulta complicado para dirigir y provoca quebraderos de cabeza para controlarlos.

Y como siempre no olvidemos que la regla general incluye muchas, muchísimas excepciones.

Pero quién haya tenido y tenga esa percepción…… entenderá mi sonrisa cómplice.

Somos muy sesudamente cuadriculados, nos puede nuestra aparente supremacia sobre todas las cosas; y claro está en nuestra rémora prusiana un animal se debe educar, dirigir y controlar.

Que nadie se escandalice, no estoy negando la mayor; no pretendo ni tan siquiera cuestionar la necesaria labor de educación, dirección y control de un animal que por su propia esencia y ascendencia precisa de una evidente dedicación.

No, no se trata de lo evidente; simplemente me gustaría enlazar la causa, que haberla hayla, con la historia y evolución de esta peculiar raza.

No son rebeldes – creo – por que les suba la adrenalina,  o serlo les traslade al paraíso de los cánidos; el mundo animal es la única enciclopedia sin intervención humana, y por lo tanto sin tergiversación torticera.

Partiendo de la anterior premisa, que podrá ser o no compartida pero es un hecho objetivo, si observamos la ascendencia lobuna de la raza entenderemos que, eso de dame la patita, hazte el muerto y baila la Macarena está muy bien para otras razas – moldeadas a la medida del capricho humano – pero colisiona con esa parte de la esencia independiente del plc.

Lo que en absoluto quita para que estos ejemplares sean igual de payasos, y capaces de aprender mil y una tonterías para nuestro goce y refocile; lo harán sin duda…pero el plc siempre mostrará una rebeldía que los gurús de la etología canina definen como “dificultad de concentración”.

Y será así, no lo dudo…el hecho es que un plc se aburre, literalmente; un perro lobo checoslovaco disfruta – si acaso el vocablo se puede aplicar – con actividades desmedidas, con ejercicio intenso, con novedades.

Todos, en alguna ocasión, habremos observado a determinados perros que portan en la boca una pelota; y cual autistas la pasean como si su vida pendiese de la dichosa pelotita de marras.

Difícilmente veremos un comportamiento así en un plc, me sorprendería; por el contrario, esta raza destroza con avidez todo objeto material que les rodee; eso sí les motiva.

Su rebeldía puede nacer de su necesidad fisiológica, y psicológica, de explorar todo lo que les rodea; quizás podría nacer de su instinto cauto, o tal vez de su natural dominancia con el entorno.

Muy complejo determinar el por qué, demasiado complicado establecer el origen de su conducta; pero un hecho si observamos cómo se comportan en cada etapa de su desarrollo.

Y el hecho es que, todas estas características destructivas, alocadas y dominantes, podrían ser una rebeldía a un entorno mediato e inmediato que colisiona con su esencia libre y “salvaje”….podría ser.

He repetido, en otros artículos, que no conozco si existe un estudio etológico centrado en el perro lobo checoslovaco; lo que si conozco es la curiosa similitud de comportamientos entre ejemplares, coincidencias que en algunos casos se elevan al pasmo.

Algo tendrá la raza, algo en sus genes les hace diferentes; vea usted a un plc de Cracovia tumbado con las patas al aire, cual si sufriese una inspección de la Agencia Tributaria, y compruebe con pasmo que otro de Gerona duerme de igual modo.

Observe usted a un plc destrozar con ahínco cualquier objeto a su alcance, y encontrará la misma imágen a miles de kilómetros.

Compruebe usted cómo se desmelenan, literalmente, jugando a cazarse entre ellos y tendrá la misma imagen en otros ejemplares.

Intente poner freno, educar, dirigir y controlar, ese espíritu rebelde y le aseguro que por momentos deseará ser Carmen de Mairena en un bodeville.

Y sí….hay quién logra educar, dirigir y controlar a estos ejemplares, loados sean….pero en la mayoría de los casos, logramos una medida equilibrada para no terminar blandiendo, cómo diría un propietario de plc y amigo, una vara de avellano.

Son rebeldes y desde luego poco importa la causa, importa la diferencia; y esa creo que es su virtud.

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El cuarto poder y el sexto sentido.

“Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda”. Martin Luther King, sobra cualquier presentación sobre su persona y su lucha.

El cabreo supino que me envuelve es similar a mi nula capacidad de asombro, este país se supera día a día y uno no sabe ya si cortarse las venas o dejárselas largas.

Charles Louis de Secondat, barón de Montesquieu, en el espíritu de las leyes, hace ya algunos siglos (1748), configuraba la separación de poderes como alternativa al despotismo monárquico.

Históricamente esa separación de poderes se ha plasmado en tres grandes poderes, teóricamente independientes, el legislativo, el ejecutivo y el judicial. 

Ya en los años previos a la revolución francesa el escritor, orador y político anglo-irlandés Edmund Burke acuñó de un modo profético el término cuarto poder en alusión a la prensa.

El devenir de los siglos, y las tecnologías, han convertido a ese cuarto poder en una maquinaria imprescindible a la hora de dirigir socialmente a la población.

Hasta aquí lo evidente, pero uno espera algo más de inteligencia; un poco más de elegancia manipuladora, quizás algo más de sibilina maldad.

Mi capacidad de asombro es ya ilimitada, hace escasos días en un programa de gran audiencia televisiva, y liderado por un presentador de los denominados “monstruos” mediáticos, una reconocida cadena española presentaba el nuevo disco de otro afamado cantante español.

Curiosamente el prestigio de la cadena, la profesionalidad del conductor del programa, y el propio talante del artista, no anticipaban la soberana gilipollez a la que íbamos a asistir.

El cuarto poder en pleno esplendor, pasen y vean el esperpento más curioso directamente relacionado con nuestra querida raza.

El referido cantante grabó su último vídeo clip, pásmense ustedes, con “lobos”…….para ir al baño y acabar en urgencias.

Si se molestan en visionar el referido vídeo clip comprobarán cómo el animal que aparece es un perro lobo checoslovaco, desliz o estulticia en la promoción del referido trabajo; pongamos que viste mucho aquello de sacar lobos, que ya luego los subastamos para pegarles dos tiros.

Si hubiese quedado ahí el asunto no tendría mucho más interés que la pura anécdota, pero no…..promocionamos el trabajito y nos vamos a la tele con dos bemoles.

Y el momento culmen de la entrevista no fue otro que la aparición en plató de dos ejemplares de plc, un macho y una hembra, para escuchar estupefactos al presentador afirmar “hay una cosa que se puede hacer con los lobos”…….si cómo hay dioses que en este país se hace una cosa con los lobos, tirotearlos al mejor postor.

Y el clímax del momento se centró en intentar que los “lobos” aullasen, recurriendo a una grabación previa para comprobar cómo un “lobo” puede aullar en un plató de televisión.

Espectáculo bochornoso por dos simples razones, la primera el lobo en este país no está para gilipolleces ni para mentarlo cual santo varón; en todo caso se lo podría mentar con dignidad reclamando el final de su persecución, subasta y muerte.

En segundo lugar, flaco favor a la raza del perro lobo checoslovaco le hacen ustedes si en lugar de presentar la raza, con sus evidentes similitudes con sus ancestros, se limitan a confundir y mentir al respecto de su condición.

Así nos luce el poco pelo que ya nos queda, son “lobos” y es un mérito llevarlos a un plató de televisión; señores productores de la cadena televisiva, galardonado cantante……sean ustedes al menos un poco lúcidos, no engañen al personal que no está el horno para bollos ni la raza para “regalitos” que propicien modas efímeras.

Lo que faltaba es que, fruto de difusiones como las anteriores, la moda del “lobito televisivo” cuajase cual merengue; generando nuevos propietarios que a los pocos meses, y tras descubrir la verdadera esencia de esta maravillosa raza, los abandonen cual maleta vieja.

Sí señores, son ustedes una banda; y en Sierra Morena no creo que tengan cabida, les falta ingenio y capacidad, les sobra estulticia y ante todo les precede como agravante el uso del cuarto poder. 

Esperemos que nuestro sexto sentido logre minimizar bodrios como el relatado, operetas de timbre tan estridente que a mi “loba” se le quedó la cara que figura en el presente encabezamiento.

Que los dioses nos protejan del cuarto poder, que del sexto sentido ya se encargan nuestros perros lobos checoslovacos…esos “lobos” aulladores.

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Tener o ser, he ahí el dilema.

“Existe gente que está tan llena de sentido común que no le queda el más pequeño rincón para el sentido propio”. Don Miguel de Unamuno y Jugo escritor y filósofo bilbaíno de la generación del 98.

El sentido común, a lo largo de los siglos, ha sido ensalzado cual valor indiscutible; demoledor don sin el cual nadie puede ser encuadrado en las huestes sociales.

Y haciendo camino, día a día, se ha convertido en un  marchamo de la denominación de origen en la especie humana; sin sentido común no hay credibilidad.

Y qué quieren que les diga, las máximas indiscutibles me resultan sospechosas; cualquier intento de encorsetar el ser tiene un cierto aire sectario.

Por supuesto que el equilibrio entre el individuo y la sociedad debe ser armónico, que duda cabe; pero si primamos la colectividad intelectual estamos destruyendo la capacidad individual del ser humano.

Puede prevalecer el sentido común en todo lo que ustedes quieran, pero nunca olvidemos que existe un sentido propio capaz de enfrentarse con dignidad al más común y manido de los sentidos.

Pongamos por ejemplo la relación hombre animal, y hallaremos máximas que indican que el sentido común aparta de la lógica social comportamientos y actitudes que nacen en el sentido propio.

Tener un perro lobo checoslovaco resulta, aparentemente, de poco sentido común; y no torzamos el gesto ni pongamos cara de asombro. Nadie nos va a otorgar sentido común, al menos dentro de la inmensa mayoría social.

Nuestra sociedad tolera y permite comportamientos encajados en valores en alza; todo aquello que se salga del marco resulta, cuando menos,un bodrio.

Podrá usted tener lo que quiera, probablemente el mero hecho de tener sólo se considere una excentricidad.

Tener un perro con apariencia de lobo resulta llamativo y hasta curioso, provoca asombro e interés; es la fachada que todos ven a diario; “mira el de los lobos”.

Tras esa fachada aparente, tras esa primera mirada de asombro, existe mucho más que el mero hecho de tener un animal tan diferente; tan diametralmente opuesto a otras razas.

He llegado a la conclusión, nada común y si absolutamente personal, que tras esa fachada de apariencia existe un denominador común nada generalizado.

Todo aquel que opta por esta aventura, por este camino junto a estos animales tan diferentes, es ante todo un claro ejemplo de rebeldía personal.

Suena algo estúpido, lo se, incluso aparentemente ridículo; pero consideren el cambio radical que conlleva la convivencia con esta raza, al menos permitanme el beneficio de la duda.

Esta nuestra sociedad, cada día más centrada en el despropósito, propicia la acción de tener, de poseer de manera caprichosa cualquier bien material. 

Tener un animal resulta juzgado de otro modo, tolerado mayoritariamente, valorado como locura en algunos casos y siempre desde un prisma materialista.

Pero cuando el animal es diferente, cuando además requiere de una especial dedicación, cuando es llamativo y semejante a un animal “salvaje” entonces el aplastante sentido común sentencia.

Y de modo poco favorable en ocasiones se nos tilda de locos ; y acepto el calificativo, hay que tener un cierto grado de locura para convivir con un plc, hay que ser cuando menos diferente, de hecho muestra una diferencia notable.

Diferencia que no eleva a nadie ni lo arrastra por el suelo, tan sólo es un hecho.

Palpable en cuanto tener un plc implica ser cuando menos algo diferente a los moldes establecidos por el sentido común.

Quizás un signo de rebeldía, tal vez una demostración de inconformismo, y en todo caso un compromiso personal.

No creo en absoluto que ningún propietario de plc sea diferente por el mero hecho de tener un ejemplar, sí creo que todos ellos han optado por una especial elección; que quizás, tan solo quizás, demuestra un ser cuando menos curioso.

Capaz de valorar la diferencia, asumiendo una gran responsabilidad, dando un giro a sus propias vidas y colocando en la balanza de las mismas un peso importante.

Por que tener implica en algunas ocasiones ser, exponerse a los demás implica ser juzgado; y se nos juzga guste o no. En aras del sentido común tenemos cabida o exclusión en esta sociedad.

realmente me preocupa muy poco si esta raza tiene cabida o no en esta sociedad, no pretendo imponer nada a nadie; pretendo ser yo mismo, preocupado eso sí por su conocimiento, admirado por su diferencia y satisfecho por sus logros.

Pero siempre desde un sentido propio y por lo tanto alejado del común, tengo a estos animales porque soy yo mismo; no pretendo nada más allá que vivir una experiencia única, aprender cada día y ser un poco más real ya que me acercan a otra realidad.

Y sé que en ocasiones esta raza colisiona con su entorno, asumo que no resulta sencillo, pongo todo lo necesario para evitar conflictos y sobre todo nunca impondré su presencia a nadie.

Sólo pido que el sentido común respete mi propio sentido, porque tener un perro lobo checoslovaco cuando menos demuestra ser capaz de abrazar una diferencia.

Que cada cual opte por aquello que crea oportuno.

 

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