La tristeza, ese lado latente de la felicidad.

“Nunca pensé que en la felicidad hubiera tanta tristeza.”  Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia, escritor, poeta y dramaturgo uruguayo, más conocido como Mario Benedetti; fallecido en el año 2009.

No resulta sencillo encontrar palabras que reflejen sentimientos, y se convierte en una verdadera osadía cuando nos referimos a otros seres humanos.

Nos une el amor a la naturaleza, el respeto a nuestro entorno y la admiración por el equilibrio natural; no hemos podido conocernos en persona… y sin embargo te admiro sinceramente.

En ocasiones, las menos quizás, no es necesario compartir mesa y mantel para descubrir a un ser humano diferente, llamativo y firme en sus convicciones.

En ocasiones algo inmaterial nos une, nos acerca al otro, y nos proporciona el retorno a sentimientos considerados obsoletos y manidos por una sociedad que modifica, destruye y ridiculiza el respeto, la nobleza y la libertad individual.

Admiro la valentía, me pasma la diferencia, y doblego mi natural cerviz neandhertal ante las personas que caminan con la cabeza erguida; en nuestra sociedad, y entre tanta hipocresía, es muy difícil hallar sencillez.

Lo sencillo es rotundo, resulta inmenso en contraposición a lo rebuscado y torticero; y cada ser humano vive como puede, le dejan, o se empecina en lograr.

Y tú, apreciado Nando, mereces toda mi admiración.

No dispongo de bálsamos curativos, no soy especialmente sensible, pero cuando el dolor y la tristeza muerden a la felicidad eso me trastorna por completo.

Y pienso, con la distancia personal y emocional, que nadie puede arrogarse ni los sentimientos ni el dolor de otro ser humano; que nadie puede sentir lo que tú hoy estás sintiendo….y sin embargo me atrevo a escribir.

Y resulta un atrevimiento perturbar, tan siquiera un minuto, el dolor que por derecho te corresponde; es tuyo y forma parte de la felicidad, de años luminosos y otros nublados por esa parte que siempre acompaña a toda felicidad…..la tristeza latente.

Te pido disculpas por esta licencia, pero mi natural cabezonería me impide el silencio respetuoso que te debo.

El aire Cántabro, el cielo que cubre sus valles y montañas, se llena hoy del aroma, del recuerdo, y dibuja una estela; no me cabe duda, y vuestros animales, compañeros de viaje,  sienten la marcha de Merche en lo más profundo de su ser, en lo más recóndito de su libertad.

Las palabras nunca llenan espacios, las palabras pueden herir, pueden hacernos esbozar media sonrisa, y en ocasiones pueden empañar nuestros ojos…pero no dejan de ser retazos incompletos de nuestro ser.

Por ello me considero muy pequeño a la hora de rendir homenaje, e intento trasladarme a los ojos de tus lobos….en un ejercicio estúpido pero no exento de emociones.

Su mirada es sin duda el mejor espejo, obsérvalos Nando…..fija tus ojos en ellos y sonríe…..Merche está, con su bella sonrisa, en su interior, ella vive en cada uno de ellos.

Disculpa de nuevo mi atrevimiento, perdona mi osadía y mantén la cabeza erguida ante todo y todos …..y cuando el viento Cántabro azote tu rostro no cierres los ojos…..abre tu corazón, y sonríe por una vida plena; observa cómo tus lobos corren entre la nieve y ante todo busca en su mirada esa sonrisa que siempre te acompañará como lección de vida.

In memoriam Merche.

El salto del ángel caído.

“¿Es usted un demonio? Soy un hombre. Y por lo tanto tengo dentro de mí todos los demonios.”  Gilbert Keith Chesterton escritor y periodista británico fallecido en el año 1936.

Un demonio no deja de ser un ángel caído, de hecho el nombre de Lucifer significa reluciente, brillante, portador de luz. Pero al margen de la propia génesis, del mito y de la tradición, subyace una aplastante realidad.

La dualidad que acompaña a todo ser humano es un estigma, una constante y nuestro marchamo de fabricación. Estamos capacitados para las mayores bondades altruistas y para los actos más repugnantes que podamos imaginar. Indiscutible a lo largo de nuestra historia.

Sin embargo nuestra capacidad de asombro es ilimitada, hay actos humanos que siguen dejándonos un extraño sabor de boca; actos capaces de revolver el estómago de tirios y troyanos.

Recientemente se ha difundido en los medios un vídeo grabado, y protagonizado, por dos sujetos de 19 y 22 años; estos dos “dignos” representantes de nuestra especie inmortalizan, y posteriormente difunden, un acto de sadismo agravado sin parangón.

La “hazaña” reside en lanzarse con su cuerpo, en un pasillo estrecho, contra unos lechones que despavoridos huyen del lugar. El resultado 19 animales muertos al instante y 53 sacrificados debido a la gravedad de sus heridas.

Y verán ustedes, sin profundizar en posiciones vegetarianas o veganas, sin ahondar en el fondo de nuestro sistema alimentario, en las imágenes subyace tal acto de sadismo cruel que asusta.

No ya por lo indefendible del hecho, no ya por la agonía y sufrimiento de los animales; asusta por la capacidad que algunos seres humanos tienen para infligir dolor, daño y sufrimiento. Sin otro sentido que el mundo interior enfermo de quienes protagonizan dichos actos de barbarie compulsiva.

Hay claves humanas complejas, piedras angulares que al menos arrojan luz sobre determinados actos; he tenido la ocasión recientemente de ver una película estonia del año 2013. Una verdadera obra de arte, al menos para mí, en lo relativo a las relaciones y comportamientos humanos en situaciones extremas.

La película lleva por título “las mandarinas” y el desarrollo de la misma se centra en el año 1990 en el devenir de la guerra en una provincia Georgiana que busca la independencia, el hilo conductor nos presenta a dos estonios que viven apegados a la tierra y a una plantación de mandarinos; gente dura, sencilla y en armonía con su entorno.

En escena aparecen dos mercenarios chechenos que luchan a sueldo con los rebeldes de la provincia, posteriormente el protagonista estonio acoge en su casa, tras un enfrentamiento en el que mueren soldados y mercenarios, a un checheno herido y a un georgiano.

El hilo argumental desgrana, de manera brillante, un hecho irremediablemente común en el ser humano; resulta sencillo matar, resulta muy fácil odiar y mantener la llama del deseo de infligir daño, dolor y sufrimiento….resulta muy sencillo cuando la víctima es anónima.

Pero cuando dos enemigos acérrimos se miran a diario a los ojos, cuando quién desea matar  se enfrenta a su víctima y logra entablar conversación con ella; poco a poco algo da un giro radical en el impulso y el deseo de ejercer de exterminador.

Entonces aflora la duda razonable, afloran sentimientos encontrados, se desvela en definitiva la clave del ángel caído; cuando el objeto de nuestro odio, de nuestra ira, es indefinido, impersonal, carente de sentimientos y capacidad de ser…somos capaces del sadismo más cruel.

Así quisiera imaginar que los dos protagonistas del vídeo, masacrando lechones a golpe de barrigazo, puede que nunca hayan visto a esos animales cómo otra cosa que simple carne de matadero en movimiento; quizás desconozcan que cualquier ser vivo mantiene un denominador común….siente dolor, sufre y se aferra a la vida al igual que nosotros.

La naturaleza no es perfecta, ni mucho menos, sin embargo es acorde a leyes razonables; convivir con animales, hoy por hoy, es una cura necesaria.

Convivir con animales debiera ser una asignatura pendiente en los tiempos que corren, sobre todo para los niños; estamos criando generaciones de tiernos infantes apegados a un smartphone, a una consola, a una llave de casa colgada del cuello….estamos criando seres apegados al deseo sin esfuerzo.

Fomentamos la soledad del anonimato de las redes sociales, despersonalizamos la esencia de la vida y sembramos la semilla que germinará, cada día y sin duda,  en hechos puntuales de sadismo incontrolado……sea con animales o con personas.

Convivir con animales aporta responsabilidad, ofrece solidaridad, nos enseña lealtad, nos capacita para ser más justos y ante todo nos permite valorar sentimientos; en definitiva lecciones de vida que estamos perdiendo.

Nada es perfecto en esta vida, nadie está en posesión de la verdad absoluta ni podemos pretender jugar a iluminados; pero nunca olvidemos que en nuestras manos siempre estará la capacidad de escoger.

Dentro de cada uno de nosotros se encuentran todos los demonios, siempre nos acompañarán; pero del mismo modo podemos mirar a los ojos a un animal y sentir, podemos ser mejores sin necesidad de aplastar a ningún ser vivo.

Recientemente hemos tenido que operar a Ciro, nuestro macho de perro lobo checoslovaco, fuerte, alocado, seguro de sí mismo y con una personalidad arrollante…… y sin embargo estos días, del post operatorio, he podido sentir su confusión, su dolor, sus gemidos y su plena confianza en nosotros….

He sentido la grandeza de dar sin recibir, la fuerza natural de un animal cercano a la naturaleza salvaje y entregado a nosotros. Un ángel de cuatro patas con necesidad de calor y amparo. 

La tierra, el ser humano y el perro lobo checoslovaco.

“El hombre ha hecho de la tierra un infierno para los animales.”  Arthur Schopenhauer gran filósofo alemán fallecido en el año 1860.

Todo es relativo, sin duda, y nada es absolutamente ideal; ser humano y naturaleza forman un conjunto atávico desde la noche de los tiempos, ser humano y naturaleza son hoy antagonistas acérrimos.

La historia de la humanidad es compleja, llena de etapas cruciales; desastres y logros por igual. La historia de nuestra presencia en el planeta mantiene una condición inalterada a lo largo de los siglos.

Un peaje mínimo, en comparación con los beneficios, una cuota ridícula por la que en definitiva se nos permite vivir.

Esa condición no es otra que el respeto a la tierra, al agua, al aire y a todo animal que mantiene el equilibrio natural.

Los siglos han sido benévolos, lenta pero inexorablemente nos han recordado nuestra morosidad; el absoluto desajuste entre la vida humana y la naturaleza clama de manera agónica….. hoy es un profundo grito ahogado.

Nuestra condición olímpica, o gilipollez perpetua, nos impide ver más allá de nuestras narices, nos preocupa lo inmediato, el momento y poco más; lo que dejemos a nuestros hijos y nietos es algo que poco nos quita el sueño.

Es cierto que hay guiños diarios hacia lo sostenible, pero no es menos cierto que por cada guiño hay un millón de hechos objetivos que destruyen el planeta de manera inexorable.

Lejos de visiones apocalípticas hay una tozuda realidad, el cambio climático es un hecho, el deshielo de los polos medible, la contaminación atmosférica un fenómeno galopante, la disminución de la masa forestal escandalosa y así un largo etcétera para bochorno de propios y ajenos.

Pero poco importa en esta civilización convulsa, poco puede preocupar a gobiernos y organizaciones internacionales cuando vivimos momentos crueles, cruciales en lo social y político.

Y resulta un hecho la utopía de conjugar hoy la vida y el medio natural, cómo hemos llegado hasta este punto es algo a lo que no sabría responder.

Del mismo modo no creo en soluciones individuales o colectivas, me declaro totalmente agnóstico al respecto; sencillamente estoy convencido que debemos pagar, más pronto que tarde, por una absoluta falta de previsión en nuestro paso por el planeta, se cierra un ciclo y nos espera su resultado.

No hace falta ser visionario, ni agorero, para afirmar que las próximas generaciones van a vivir serias dificultades; no es necesario verse la saga completa de Mad Max para intuir un futuro cierto.

Y mientras tanto seguimos siendo únicos, dioses en la república independiente de nuestras casas.  

Todo aquello que tenemos es reflejo de nuestro ser, todo aquello que mostramos es un mensaje subliminal. Toda moda asumida es reflejo de una parte de nuestra identidad.

Somos seres sociales, hasta la propia barbarie no tendrían sentido sin su publicidad, somos muy nuestros pero a la par muy del vecino.

Mostramos sin traducción y siempre lo justo, o incluso diluido en la propia ignorancia de estar enviando un mensaje al prójimo.

Todo es relativo, y en este campo de la relatividad algo me ahoga; me obsesiona cada día un poco más.

El perro lobo checoslovaco es, muy a pesar del ser humano, y sin embargo vive la dualidad de ser y estar inmerso en un proceso degenerativo bestial.

La raza no es compatible, ni con nuestra moderna sociedad ni con nuestra particular visión de las relaciones animal ser humano.

Relativa opinión, vaya por delante, pero propia y nacida de la observación y convivencia.

Esta raza no encaja en los estándares sociales al uso, nos guste o nos repatee los hígados, esta maravillosa raza no encaja con cadenas, casetas,  jaulas o barrotes de oro.

El perro lobo checoslovaco no es sustituto de complejos, no es un complemento para cubrir soledades; y desde luego no es un animal de compañía.

En todo caso necesita de nuestra compañía activa, algo muy diferente al paseo rutinario para hacer sus necesidades y volver a casa.

El paso de los años, en convivencia con ellos, me ha demostrado que quién busca un perro se equivoca de lleno con esta raza.

Lejos de mi intención definir o sentar cátedras, su origen y su presente son suficientes para avalar la diferencia.

El mayor estigma del plc reside en su propio ser, en su atractivo visual; lo anterior confunde a los profanos, infunde pasión a primera vista y provoca un deseo en ocasiones irrefrenable.

Las etapas posteriores son otra cuestión, el sacrificio personal que conlleva criarlos, la dedicación exclusiva que reclaman, sus propias necesidades  – unidas a su peculiar comportamiento – son escollos para una gran mayoría de personas.

Pero todo está en movimiento, avanza y retrocede; y el “mundo” del plc no es ajeno a nada.

Tal vez seamos muy pocos los que pensemos de este modo, con toda seguridad no estaremos en posesión de ninguna verdad; pero no es menos cierto que vivimos una realidad coincidente, compartimos las mismas experiencias y hemos desarrollado una especial relación con la raza.

Respeto toda opinión, valoro la información y admiro el ejemplo; pero me asquea la idiotez, el mercantilismo y la confusión.

El peaje de nuestro planeta ha sido mínimo, nuestra deuda inmensa; nos aguarda un futuro desolador en la tierra que pisamos, las continuas muestras que la propia naturaleza nos ofrece sirven de poco.

Esta raza lleva años mostrando su ser, años en los que nos hemos empeñado en domeñar su libertad…. en comercializar su esencia cual si fuese un pato de escayola.

Años observando abandonos, asistiendo a irresponsabilidades, comprobando una falta de objetividad al informar…siendo testigos de un ciclo imparable con la masificación.

Hemos hecho de la tierra un infierno, para humanos y animales, que cada cual sea responsable de sus actos; el perro lobo checoslovaco – al igual que el resto de animales – tan sólo existe, y según su suerte convive o sobrevive.

De nosotros depende, de ellos no.

Kenay una lección universal…in memoriam.

“El amor por la fuerza nada vale, la fuerza sin amor es energía gastada en vano.”  Albert Einstein, científico alemán de origen judío nacionalizado posteriormente en suiza y estados unidos; considerado una de las mayores eminencias científicas del siglo XX y fallecido en 1955.

Kenay, cualquiera de sus acepciones , venga dicho nombre del idioma ruso, del idioma inuit, o incluso del arapahoe, “tierra estéril”, “oso negro” o “tótem de fuerza”, es pura fuerza contenida en el lenguaje.

Tantas veces hablamos, en tantas ocasiones discutimos por memeces, que perdemos la esencia de la vida por cada una de las palabras que proferimos y el tiempo que perdemos.

Vivir es una lucha, vivir es el difícil equilibrio entre nuestra voluntad y las circunstancias. La vida es un viaje corto, demasiado corto, en el que nos empeñamos en lo inútil, en lo superficial y en ocasiones lo convertimos en un calvario.

Hace años descubrimos esta raza, o quizás fue el perro lobo checoslovaco el que se acerco a nosotros, hace años comenzamos un camino tortuoso pero lleno de lecciones.

El tiempo nos ha enseñado, la constancia del perro lobo checoslovaco nos ha cautivado, y resta una lección universal; el perro lobo checoslovaco es en sí mismo, su ser nunca puede ser alterado por la mano del hombre, su espíritu libre, inconformista, rebelde, cauto y observador le precede.

El ser humano no soporta nada parecido, no tolera la falta de control, y ejerce de amo del universo jugando a dios de pacotilla sin respetar otra cosa que no sea su mezquino interés.

Y ellos sobreviven a nuestros errores, luchan contra nuestra estupidez y padecen nuestro egoísmo.

Kenay fue una muestra de la intervención humana, un ejemplo de la mezquindad absoluta, el resultado en definitiva de la ignorancia atrevida o del atrevimiento más ignorante. Y la mielopatía degenerativa su particular cruz.

Pero este artículo es un homenaje, un sincero y emotivo homenaje, a dos seres, un perro lobo checoslovaco y un ser humano, una vida cruzada, compartida y llena de momentos, de instantes que jamás se podrán olvidar.

Convivir con ellos es nuestro mayor regalo, establecer un vínculo capaz de llenar el silencio, sentir, vivir. Pero cuando el animal padece, cuando su natural fuerza se merma día día……entonces es cuando la naturaleza nos pone a prueba.

Es entonces cuando su mirada nos taladra el alma, cuando su voluntad por vivir seca el pozo de nuestras lágrimas, y en nuestra propia pequeñez…….valoramos lo importante, sentimos la naturaleza y alcanzamos a rozar sentimientos puros, únicos y ancestrales.

De qué sirve todo lo material si una mirada nos transmite tanto, es el mundo espiritual el que nos sobrecoge; Ana fuiste capaz de sentirlo, fuiste capaz de abrir tu corazón y llenarlo con él.

Y nadie, nadie en este mundo, podrá vivir aquello que vosotros compartisteis, nadie. Os pertenece, es vuestro por derecho propio, es vuestro amor el que prevalece.

Estamos lleno de imperfecciones, somos humanos, y cuando podemos y queremos observamos, en ocasiones compartimos con un animal todo aquello que somos…entonces, sólo entonces, alcanzamos a rozar algo demasiado importante como para siquiera cuestionarlo……convivir con quién te da todo a cambio de nada.

Y cuando ese ser sufre nuestro mundo se viene abajo, cuando su fuerza se apaga, cuando su mirada nos transmite su ocaso…entonces queda el ser humano, su pequeñez ante el ciclo de la vida, sus lágrimas ante lo inevitable y su dolor ante la responsabilidad.

Pero resurge la fuerza del amor, la claridad de los sentimientos…..y acompañamos a nuestro guerrero a su última morada, con muestras de lealtad, de respeto, de honor y de cariño.

Una lección universal, así es como aprecio esa convivencia, esa entrega y ese esfuerzo diario; una lección que no debemos olvidar nunca.

Dobleguemos nuestro ser ante quien lo dio todo a cambio de nada……y supo enfrentarse al dolor, y el sufrimiento, con la fuerza que sólo la sangre de lobo que corrió por sus venas puede acometer.

Una vez más en las montañas de los Cárpatos la manada aúlla inquieta, la noche arropa la llamada…..Kenay regresa a ellos, corre veloz entre ríos y valles, aspira el aire fresco de su mundo y vuelve a su origen…..el cielo estrellado, el olor a tierra húmeda, las aguas cristalinas…todo te espera Kenay…..vive, vive.

Aquí, en nuestro pequeño mundo, un alma te acompañará siempre….un trozo de su vida se fue contigo…cuídala Kenay.

In memoriam

Potencialmente peligrosos 2.

“Hay tres clases de mentiras: La mentira, la maldita mentira y las estadísticas.”  Samuel Langhorne Clemens, más conocido por el seudónimo de “Mark Twain”, escritor, orador y humorista norteamericano fallecido en 1910.

El periodismo es una noble profesión, lo ha sido desde antaño; incluso muchos seres humanos han dado su vida por defender la libertad de expresión, uno de los derechos fundamentales perseguido ayer por la censura y edulcorado hoy con la manipulación.

El periodista es un ser especial, en ocasiones complaciente con el poder imperante, en muchos casos enfrentado a las “verdades” oficiales y en otros muchos al servicio de la demagogia y la pluma rentable. Como en botica hay para escoger.

Pero no se trata de la profesión, encomiable y admirable dónde las haya, se trata de las personas y de su poder para difundir noticias que generan asombro, tristeza, repugnancia, temor, admiración, o en definitiva cualquier sentimiento fugaz y provocado al ver, oír o leer una noticia concreta.

Y este país nuestro es diferente, o quizás no tanto cómo podamos pensar, pero uno no sale de su pasmo y se amosca cual personaje de la España profunda de D. Benito Pérez Galdos.

Verán ustedes uno, una y la santísima compaña, puede escribir lo que le plazca….faltaría más….pero cuando un sujeto se encuentra prestando sus servicios epistolares en una gran cadena mediática – de esas con gran audiencia televisiva, con página web y articulistas en nómina – al menos debemos exigir un poco de sentido común a la hora de informar sobre determinados sucesos.

Y hete aquí que hace escasos días nos desayunamos con un artículo sobre el perro lobo checoslovaco, en un medio de los “grandes”.

Y no se pierdan ustedes el elaborado titular……. ” Protagonista de diversos ataques, el perro lobo checoslovaco más lobo que perro“……vamos que el autor se disponía a parir una joya del periodismo de investigación.

Y parió, sin duda parió, un engendro de mil demonios adornado con cuatro troles y un ramillete de orcos. Pero contendré mi natural disposición al supino cabreo, intentando ser lo más objetivo posible.

Cuando uno escribe debe al menos documentarse, informarse y contrastar, debe realizar un serio ejercicio de responsabilidad y cuando menos de honestidad. Debe en definitiva ser veraz.

Y el artículo de marras es de todo menos documentado, elaborado y contrastado; nos da una pincelada sobre el origen de la raza, nos destaca la morfología de la wikipedia, incide sobre su dificultad de manejo con algunas afirmaciones curiosas y prepara el disparadero para el gran notición.

Y no es otro que afirmar que se han dado casos de indisciplina y agresiones a personas.

Bien, entramos en harina que diría el castizo; destaca dos sucesos……si, dos, no diez ni veinte, en los que los protagonistas han sido dos perros lobos checoslovacos y las víctimas una joven y dos niños.

Continúa el articulista con un somero repaso a la normativa sobre perros potencialmente peligrosos, para afirmar que el plc no se encuentra entre ellos y prosigue la joya epistolar tildando de ambigua la ley, revisando de nuevo la morfología del plc con algún error de bulto.

Pero la traca final es curiosa, indica que frente a estas agresiones del plc expertos y cuidadores se plantean la necesidad de revisión de la norma.

Uno termina de leer el artículo y se pregunta si esto es una república bananera, un mal sueño, o simplemente ganas de escribir a medias y destrozar por completo a una raza y a sus propietarios.

Por supuesto que el Real Decreto 287/2002 de 22 de marzo es infumable, y lo es en su propia esencia; todos aquellos que amamos a los animales y tenemos un mínimo de experiencia con canes sabemos una verdad inmutable, un principio inamovible e universal.

NO EXISTEN RAZAS POTENCIALMENTE PELIGROSAS, existen personas potencialmente peligrosas.

Si señores, así de crudo y así de claro. Conozco perros catalogados como potencialmente peligrosos que son un ejemplo de socialización, de convivencia e incluso de ternura desmedida, conozco canes no catalogados que ríase usted de una bomba de relojería mal montada.

Ergo la norma es diametralmente opuesta a la razón, y centrada exclusivamente en datos morfológicos que para nada contemplan el verdadero quid de la cuestión.

Y no es otro que a quién se le permite convivir con animales, a quién se le autoriza a vejarlos, maltratarlos e incluso torturarlos hasta la muerte, a quién por omisión o comisión se le permite introducir en su vida un animal.

Y hay, al menos, dos tipos de personas funestas para el caso, los que suplen sus miserias y carencias emocionales con la utilización de un animal poderoso cómo símbolo de fuerza, y los que se fuman un puro cuando el cachorro deja de ser gracioso y pasa a ser un estorbo.

Pero dejemos la ley y pasemos al caso que nos ocupa, ¿ustedes creen o imaginan que dos sucesos aislados, que habría que analizar detalladamente, son suficientes para criminalizar a los perros?.

Creo que cuando menos las estadísticas (una de las tres mentiras según Mark Twain) no reflejan nada que no se haya dado con caniches, labradores, rateros, mastines etc.

Por supuesto que es absolutamente intolerable que un animal agreda a un ser humano, pero seamos sensatos……un animal de compañía está condicionado a su proceso de convivencia con su dueño, a su educación, a su integración y sobre todo a la responsabilidad del mismo.

Un animal de compañía no tiene vida propia más allá de lo que sus dueños le aporten, le nieguen o le potencien; un ser humano sí tiene capacidades y voluntad, un ser humano sí tiene responsabilidad.

El perro lobo checoslovaco es absolutamente proclive, por naturaleza y en muchos ejemplares, a evitar el contacto con desconocidos y en todo caso, al menos en la mayoría, huye evitando el enfrentamiento.

Pero como cualquier otro animal está condicionado por las circunstancias, y es en ese punto en el que la figura del ser humano alcanza su papel protagonista; es el dueño el responsable del animal, es el dueño el que debe introducir costumbres y modos compatibles con su entorno, es el dueño el que debe poner los medios ante conductas indeseadas y en última instancia el que debe adoptar medidas preventivas.

No y mil veces no, no existen razas peligrosas…existen modas peligrosas y personas incapaces, estúpidas o dementes que nunca debieran tener a su cargo otra cosa que un muñeco de peluche.

Pero la alarma social vende, genera polémica y crea confusión; y esta vez le ha tocado al perro lobo checoslovaco.

Desde su rincón, con las cuatro patas al aire, Ciro se me queda mirando…..nunca sabrá lo estúpidos que podemos llegar a ser, tal vez porque en sus genes sabe que somos potencialmente peligrosos…….muy peligrosos.