Kenay una lección universal…in memoriam.

“El amor por la fuerza nada vale, la fuerza sin amor es energía gastada en vano.”  Albert Einstein, científico alemán de origen judío nacionalizado posteriormente en suiza y estados unidos; considerado una de las mayores eminencias científicas del siglo XX y fallecido en 1955.

Kenay, cualquiera de sus acepciones , venga dicho nombre del idioma ruso, del idioma inuit, o incluso del arapahoe, “tierra estéril”, “oso negro” o “tótem de fuerza”, es pura fuerza contenida en el lenguaje.

Tantas veces hablamos, en tantas ocasiones discutimos por memeces, que perdemos la esencia de la vida por cada una de las palabras que proferimos y el tiempo que perdemos.

Vivir es una lucha, vivir es el difícil equilibrio entre nuestra voluntad y las circunstancias. La vida es un viaje corto, demasiado corto, en el que nos empeñamos en lo inútil, en lo superficial y en ocasiones lo convertimos en un calvario.

Hace años descubrimos esta raza, o quizás fue el perro lobo checoslovaco el que se acerco a nosotros, hace años comenzamos un camino tortuoso pero lleno de lecciones.

El tiempo nos ha enseñado, la constancia del perro lobo checoslovaco nos ha cautivado, y resta una lección universal; el perro lobo checoslovaco es en sí mismo, su ser nunca puede ser alterado por la mano del hombre, su espíritu libre, inconformista, rebelde, cauto y observador le precede.

El ser humano no soporta nada parecido, no tolera la falta de control, y ejerce de amo del universo jugando a dios de pacotilla sin respetar otra cosa que no sea su mezquino interés.

Y ellos sobreviven a nuestros errores, luchan contra nuestra estupidez y padecen nuestro egoísmo.

Kenay fue una muestra de la intervención humana, un ejemplo de la mezquindad absoluta, el resultado en definitiva de la ignorancia atrevida o del atrevimiento más ignorante. Y la mielopatía degenerativa su particular cruz.

Pero este artículo es un homenaje, un sincero y emotivo homenaje, a dos seres, un perro lobo checoslovaco y un ser humano, una vida cruzada, compartida y llena de momentos, de instantes que jamás se podrán olvidar.

Convivir con ellos es nuestro mayor regalo, establecer un vínculo capaz de llenar el silencio, sentir, vivir. Pero cuando el animal padece, cuando su natural fuerza se merma día día……entonces es cuando la naturaleza nos pone a prueba.

Es entonces cuando su mirada nos taladra el alma, cuando su voluntad por vivir seca el pozo de nuestras lágrimas, y en nuestra propia pequeñez…….valoramos lo importante, sentimos la naturaleza y alcanzamos a rozar sentimientos puros, únicos y ancestrales.

De qué sirve todo lo material si una mirada nos transmite tanto, es el mundo espiritual el que nos sobrecoge; Ana fuiste capaz de sentirlo, fuiste capaz de abrir tu corazón y llenarlo con él.

Y nadie, nadie en este mundo, podrá vivir aquello que vosotros compartisteis, nadie. Os pertenece, es vuestro por derecho propio, es vuestro amor el que prevalece.

Estamos lleno de imperfecciones, somos humanos, y cuando podemos y queremos observamos, en ocasiones compartimos con un animal todo aquello que somos…entonces, sólo entonces, alcanzamos a rozar algo demasiado importante como para siquiera cuestionarlo……convivir con quién te da todo a cambio de nada.

Y cuando ese ser sufre nuestro mundo se viene abajo, cuando su fuerza se apaga, cuando su mirada nos transmite su ocaso…entonces queda el ser humano, su pequeñez ante el ciclo de la vida, sus lágrimas ante lo inevitable y su dolor ante la responsabilidad.

Pero resurge la fuerza del amor, la claridad de los sentimientos…..y acompañamos a nuestro guerrero a su última morada, con muestras de lealtad, de respeto, de honor y de cariño.

Una lección universal, así es como aprecio esa convivencia, esa entrega y ese esfuerzo diario; una lección que no debemos olvidar nunca.

Dobleguemos nuestro ser ante quien lo dio todo a cambio de nada……y supo enfrentarse al dolor, y el sufrimiento, con la fuerza que sólo la sangre de lobo que corrió por sus venas puede acometer.

Una vez más en las montañas de los Cárpatos la manada aúlla inquieta, la noche arropa la llamada…..Kenay regresa a ellos, corre veloz entre ríos y valles, aspira el aire fresco de su mundo y vuelve a su origen…..el cielo estrellado, el olor a tierra húmeda, las aguas cristalinas…todo te espera Kenay…..vive, vive.

Aquí, en nuestro pequeño mundo, un alma te acompañará siempre….un trozo de su vida se fue contigo…cuídala Kenay.

In memoriam

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