El instinto depredador.

Al animal que caza, animales de otras especies, para alimentarse se le denomina depredador.

La acepción está totalmente demonizada, incluso aplicando al ser humano dicha definición en un sentido peyorativo.

La palabra depredador resulta por lo tanto cuando menos impactante, representada visualmente en escenas de documentales en los que la “salvaje” actuación, de determinados animales, muestra la crudeza de algo tan natural como la vida misma.

Y es que la hipocresía del ser humano no tiene límites, nos escandalizamos al ver un grupo de leonas cazando y olvidamos cómo ha llegado a nuestra mesa el pollo, el conejo o la ternera; somos así de naturales y estamos encantados de habernos conocido.

Hemos perdido el contacto con el origen de la vida, con el instinto…..incluso hemos prostituido la razón de ser de nuestra propia especie.

El instinto no es algo gratuito, no es un capricho o una moda; el instinto es la herencia genética de miles de años en este planeta, es un libro indeleble que aporta un código de conducta basado en la supervivencia y en el propio equilibrio con el entorno.  

Al menos en el reino animal ese instinto pervive, resulta sorprendente cómo el ser humano llega a conclusiones grandilocuentes con respecto al mundo animal; se extermina al lobo en una determinada zona, y muchísimos años después se comprueba que dicho exterminio ha alterado el eco sistema; hasta el extremo de modificar la orografía y la flora.

Así somos, así nos coronamos a diario como los dioses del planeta; y sin embargo las conductas animales nunca, por regla general, son caprichosas.

Un animal depredador lo es formando parte de un maravilloso engranaje en el que todas las piezas cumplen su función.

La convivencia con Leah y Ciro me ha mostrado, y me sigue mostrando, fuertes reminiscencias depredadoras. No podemos olvidar el origen de esta raza y sobre todo la capacidad y astucia de los lobos para la caza.

Y no debemos pasar página ante un hecho contrastado. Los lobos en estado natural…que aquello de salvaje ya huele…..y cuando la caza escasea, comen absolutamente de todo; pequeños roedores, insectos, bayas, frutos y raíces.

De todo lo anterior, he podido observar en Leah y Ciro – a pesar de los seis meses de este último – comportamientos que denotan un exacerbado instinto.

Instinto depredador e instinto de superviviente, curiosamente hablamos de animales con una rutina alimenticia constante; a los que nunca falta el sustento diario.

Por ello mismo resulta sorprendente cómo ese libro indeleble del instinto lleva escritas páginas tan reveladoras.

Este verano hemos pasado unas semanas en un paraje idílico del sur de España, sierra y mar….lugares casi desiertos en muchos casos y un verdadero campo de juego y disfrute para Leah y Ciro.

En la zona de la sierra descubrimos sendas y veredas serpenteantes entre monte bajo además de encinas y pinos.

El primer día que salimos a pasear  la actitud de Leah fue sorprendente desde el primer momento, tensa…con la cabeza muy alta, adelantada a nosotros y buscando puntos altos de observación no dejaba de otear y olfatear todo el entorno.

Y pronto descubrimos por qué……a los pocos minutos se arrancó cómo un Fórmula I, era increíble la velocidad y agilidad; saltando matas, zigzagueando entre encinas y pinos y con el pobre Ciro a su zaga……al final pudimos observar un conejo que huía por delante.

Y la escena se repetía cada pocos metros, la zona estaba plagada de conejos; la orografía era muchísimo más favorable a los que huían que a la voluntariosa perseguidora; cantidad de madrigueras, arbustos y matas protegían de manera natural a los conejos.

Vivimos escenas increíbles de persecuciones, saltos imposibles y carreras dignas de ser filmadas para un documental; pero lo realmente increíble era cómo, fundamentalmente Leah, localizaba la “presa”…..en ocasiones los descubría a más de 500 metros…¿olfato?, ¿oído?…nunca podremos saberlo pero de pronto se arrancaba de manera eléctrica y a lo lejos observábamos a un conejo a la carrera.

Pocas veces, muy pocas, olfateaba el suelo….siempre llevaba la cabeza erguida y al iniciar la carrera su cola era un verdadero banderín de señales que nos permitía seguirla con la vista.

Ambos aprendices de cazador no tuvieron fortuna, el terreno no era favorable y desde luego un sólo ejemplar lo tenía muy difícil…..Ciro era una mera comparsa tras la experta…..por lo que bautizamos el asunto como “asusta conejos”.

Pero de la experiencia pudimos extraer conclusiones evidentes, la actitud de Leah nada más llegar a la zona propició que todo su cuerpo y mente se transformasen….no era un paseo; no era la habitual salida diaria, algo se transformó en ella en ese entorno natural….quizás, tan sólo quizás, reminiscencias de su sangre lobuna.

Fue un verdadero espectáculo poder observarla en todo su esplendor, vigilante, atenta, electrizada y detonando todo su cuerpo ante cualquier señal de vida animal a su alrededor.

En definitiva un depredador, o al menos parte de él, en plena acción; algo natural, bello en su medio y aunque sin final trágico para su objetivo nos mostró una nueva faceta de esta impresionante raza……..un verdadero lujo compartir esos momentos.

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La tecla mágica o la locura transitoria

En el amor desinteresado de un animal, en el sacrificio de sí mismo, hay algo que llega directamente al corazón del que con frecuencia ha tenido ocasión de comprobar la amistad mezquina y la frágil fidelidad del Hombre natural“.

Así expresaba –  el gran escritor norteamericano Edgar Allan Poe –  su visión hacia el mundo animal en comparación con el Hombre natural.

Se puede estar de acuerdo o discrepar, pero en este mundo nada es blanco o negro y todo es relativo; ni la maldad es innata al ser humano ni la bondad es un bien patrimonio del reino animal.

Todo es relativo y tanto en el ser humano cómo en el mundo animal se recogen comportamientos increíbles. Y dentro de dichos comportamientos los más inexplicables se producen en el reino animal.

La psicología y la sociología tratan de dar explicaciones coherentes a los comportamientos individuales y colectivos del hombre en su entorno, la etología estudia el comportamiento animal.

Y sin embargo la etología no puede cubrir de manera genérica la totalidad de las especies, el comportamiento de un felino poco a nada tiene que ver con el de un reptil.

Y descendiendo en esa pirámide maravillosa, del reino animal, llegamos al perro lobo checoslovaco. Estoy firmemente convencido…….. esta raza es digna de un estudio exclusivo y completo por parte de la ciencia.

Los propietarios alcanzamos la confirmación de hábitos, costumbres y rarezas en base al intercambio de información; nos asombramos al conocer que tal o cual ejemplar actúa de manera idéntica al nuestro.

Dichos comportamientos y actitudes configuran de manera exclusiva a la raza, generan por lo tanto un patrón de conducta simétrico al margen del origen del ejemplar.  

Y no hablamos de si ladran, aúllan, gruñen o estornudan; de si mueven el rabo en círculos o barren el suelo….no…… en ocasiones es algo cómico, desquiciante, alucinante e histriónico; en resumen teatral y exagerado.

Entre dichas “rarezas” existe una casquivana y retorcida, repetitiva desde los pocos meses de vida hasta bien entrada la “adolescencia”.

Como diría un propietario de plc se les activa la tecla de las nueve de la noche…….gran definición Hugo.

Esa tecla mágica, la primera vez que se activa, provoca asombro, incredulidad y pasmo a partes iguales. Y juro por todos los dioses que nadie está preparado para semejante ritual – espectáculo .

En el caso de Leah lo anterior ha sido, hasta hace pocos meses, una función impuesta a partir de las diez de la noche, más o menos.

Uno que es muy previsible ponía en práctica la noble idea de sacar todas las tardes a la “fiera” – en sus primeros meses de vida – de manera compulsiva, cansarla, agotarla, desfondarla……. con el sano objetivo de tener paz y tranquilidad tras la cena, de poder disfrutar en definitiva de momentos de relax antes de ir a dormir.

Pero uno sigue comprobando lo mastuerzo que puede ser a la hora de disponer nada con esta raza, paseo intenso…agotador y llegada a casa; hasta ese punto el guión se cumplía al píe de la letra, tras el agotador paseo la última toma del día y oh milagro …la loba astuta se tumbaba aparentemente agotada.

La satisfacción, y el orgullo por una buena “técnica”, duraban el tiempo exacto que empleábamos para cenar y sentarnos en el sofá. Y sobre las diez de la noche se activaba la diabólica tecla mágica…..una locura transitoria digna del Circo del Sol, de la tomatina de Buñol, del chupinazo en San Fermín o de una manada de elefantes arrasando un campo de maíz.

No exagero……no magnifico…y probablemente no sea capaz de expresar con palabras lo que acontecía. Todo empezaba cuando la calma reinaba en el cuarto de estar, de repente todo su cuerpo se activaba….la mirada pérdida….las orejas hacía atrás y de manera compulsiva se producía un arranque eléctrico cómo si mil abejorros furiosos la estuviesen atacando.

Iniciaba una carrera alocada saltando sofás, sillones, mesas y dueños…….buscando provocar con mordiscos que nos sumásemos al akelarre iniciado; ni una sola barrera se interponía, doy fe de haber visto saltos inexplicables, piruetas en el aire dignas de un guepardo…..

Atraparla ya era un reto de por si…. y si lo lograba la muy bruja se zafaba de inmediato continuando con su circuito infernal.

La “función” podía durar entre media hora a sus buenos cuarenta y cinco minutos……el primer día asombro y risas, el segundo un cierto mosqueo…los siguientes un supino cabreo enternecedor.

Y hete aquí que no sólo se producía en el cuarto de estar, no…..la sacábamos al jardín en un intento de “calmar” su aparente necesidad de desmedida “expresión corporal”……craso error…fatídico diría.

En el jardín su actitud era la de iniciar una carrera alocada a todo lo largo y ancho, frenética y alocada, a lo que nosotros…….ignorantes e ilusos….nos poníamos en medio observando el espectáculo.

En dichas carreras había una parada obligada, un punto obligatorio para el campeonato de loba retorcida, las piernas de la dueña… o en su caso de cualquier miembro de la familia……verdadero deporte de acoso y derribo con mordiscos en los gemelos o allá dónde la espalda pierde su nombre.

En definitiva una especie de “entrenamiento” para derribar a la presa en una alocada carrera. Y pasaron los meses y cada día, con puntualidad británica, llegaba el episodio de la tecla mágica……..tal y cómo aparecía desaparecía, la vuelta a la calma precedía al sueño.

No recuerdo con exactitud cuando dejo de hacerlo…..pero si que para nuestra desgracia, y con con la llegada de Ciro, tenemos una nueva tecla mágica.

Esta vez el objetivo no es indefinido, la presa ya no somos nosotros; ahora es Leah la que sufre los ataques voraces y alocados del cachorro majareta….y reconozco que, en ocasiones,  esbozo media sonrisa recordando las mil y una putadas que ayer nos hacía y que hoy sufre en sus lomos.

Rarezas de la raza, inexplicables comportamientos…al menos para este sufridor de los mismos…..pero sin duda deben tener una razón de ser, ante todo por su extensión generalizada en muchísimos ejemplares.

Y juro que, a pesar de lo alocado y psicotrópico del comportamiento, me llega al corazón…directamente y tras pasar por las debidas fases de negación, indignación, aceptación y resignación. Es lo que tiene tener un perro loco checoslovaco.

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Machos y hembras…definitivamente mundos diferentes.

Decía el gran filósofo y escritor Ortega y Gasset que “De querer ser a creer que se es ya, va la distancia de lo trágico a lo cómico”. 

El mundo del plc está lleno de momentos y situaciones en los que quieren ser sin llegar a serlo……

Siempre recordaré la decisión y las razones que impulsaron a Cris para adquirir, en concreto, una hembra de plc. La cautela a la hora de la posible “rivalidad” entre un macho y mi humilde persona.

Y la reflexión no era baladí ni obedecía al “por si acaso”, tuvimos un macho de gran danés dominante, impulsivo y con el que nunca pude hacer carrera; desde el primer día rivalizaba conmigo por el espacio en la casa, por las atenciones de su dueña, por todo y con todo….pero esa fue otra historia.

Fruto de esa experiencia negativa nació la decisión, una hembra siempre ….teóricamente….es menos problemática en el orden de las jerarquías. La raza de por sí es compleja y se rige, por regla general, por principios muy primarios. Con todo ello y sin la experiencia de un macho la decisión se tomó y llegó Leah a casa.

Efectivamente, nunca rivalizó conmigo; su comportamiento dentro del núcleo familiar fue ejemplar y lo sigue siendo de manera extraordinaria. Su carácter es de una astucia desbordante, inteligencia me atrevería a decir; observadora, vigilante…reflexiva y sobre todo con una capacidad de aprendizaje en relación a su entorno que asombra.

Destaca su carácter genético, sus habilidades innatas y no aprendidas; hablamos de un ejemplar…no lo olvidemos…..no pretendo generalizar; pero en su condición de hembra reúne un compendio de reproductora de la raza con todo lo que ello conlleva.

Y es mucho, capacidad de supervivencia…..desconfianza natural…..y sobre todo esa mirada profunda que te atraviesa en cada momento. Creo, no afirmo, que es un trozo de naturaleza salvaje. En definitiva una hembra de plc, algo muy muy diferente a otras razas, con la carga genética de reproducir, criar y sobrevivir.

Pero la cabezonería del que suscribe no tiene límites, la raza me apasiona; me subyuga de un modo especial. Y día a día, a pesar de lo que conlleva tener un plc, germinó la decisión de tener un macho. Circunstancias especiales favorecieron esa decisión, y con toda la cautela…he de reconocerlo…llegó a casa Ciro.

Mañana cumplirá seis meses, le queda un largo camino; muy largo sin duda. Pero mi capacidad de asombro no deja de ser ilimitada.

Miedo a la dominancia de un macho de plc, miedo a su aparente carácter fuerte, miedo a su inclusión en el núcleo familiar…y muchos otros miedos acompañaron mis primeros meses con Ciro.

En definitiva un total desconocimiento……el ser humano teme a lo desconocido siempre. De nuevo estoy aprendiendo, una vez más esta increíble raza me está dando una lección; prejuicios, suposiciones, doctos tratados sobre la etología y mil y un cambalaches se han desmontado con la convivencia.

He descubierto, en mi caso y con este ejemplar, un tipo “cachondo”……divertido…..independiente pero zalamero…..primario hasta la saciedad, noble y muy muy bruto.

Este macho es realmente sorprendente, obediente hasta la saciedad; integrado en el núcleo familiar hasta llorar por su “sitio”, de instintos muy básicos y naturales….comida….alarde de fuerza……y sobre todo cabezón hasta la saciedad.

Ciro desde el primer día ha necesitado, como el respirar, un referente; llámese líder o pepito, ha buscado sentirse integrado; con un carácter fuerte pero noble. Con un apego desmedido hacia nosotros, literalmente, sin causar un sólo problema de dominancia….todo lo contrario.

Me ha desmontado de golpe y plumazo toda posible fobia, me ha demostrado que este macho ejerce de “escaparate” de la raza, si……creo firmemente que su “misión” es la de “creer ser” desde sus dos primeros meses de vida……cómico en ocasiones.

En definitiva mostrar una apariencia salvaje, y en ocasiones brutal, hacia todo lo desconocido…. en una estudiado manual natural de imposturas, gestos y sonidos que esconden una nobleza y bondad extrema hacia su núcleo y una calculada puesta en escena hacia el resto.

Me declaro impresionado, me confieso subyugado por todo ello; machos y hembras  – Leah y Ciro – son mundos diferentes, pero conjuntados y compenetrados ejerciendo cada cual un papel que la propia naturaleza les ha otorgado.

Y lo creo firmemente, por qué ambos cumplen a la perfección los roles que corresponden a la supervivencia en un medio natural; cada día agradezco más lo que me brindan, compartir con ellos momentos inolvidables; asentando un vínculo maravilloso dónde a cada uno le corresponde por derecho propio dar y recibir.

Esta raza es muy muy complicada…sobre todo para aquellos que cómo decía Ortega y Gasset quieren que sean….otra cosa. Son lo que son y así los admiro.

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