La muerte como entretenimiento.

“Qué injusta, qué maldita, qué cabrona la muerte que no nos mata a nosotros sino a los que amamos.”  Carlos Fuentes Macías, intelectual, escritor y diplomático mexicano fallecido en 2012.

Hoy miles de personas, seres humanos de toda condición y pelaje, aunarán voluntades en un acto que por manido y simbólico no deja de ser maravilloso; manifestarse en este país, a favor del lobo, no deja de ser un cabezazo contra el muro de hormigón de la estulticia, la maldad y la ignorancia.

Y sin embargo hoy será un acto culminante, tras esas voluntades existe sin duda un sordo trabajo; una honda preocupación, una alta incomprensión, y ante todo un muro de ignorancia atávica reforzado por la muralla de una administración pública ciega, sorda y complaciente.

De poco o nada sirve apelar al equilibrio natural, esto ya es una verdadera guerra de trincheras; guerra declarada entre la vida y la muerte.

Así de crudo, así de sencillo y así de vergonzoso; podríamos analizar las políticas de sostenibilidad en este país, incluso debatir sobre la necesidad de la presencia del lobo ibérico en nuestro montes y valles…..pero para ello ya tenemos grandes seres humanos que han dedicado, y dedican, una parte muy importante de sus vidas a luchar contra la ignorancia, el atrevimiento y las salvajadas estatales.

Hoy y aquí, en este pequeño espacio personal, uno quisiera visualizar al sujeto, al individuo, al brazo ejecutor de quién escopeta, fusil, veneno o cepo en ristre, convierte la muerte en entretenimiento.

A ese joven, a ese padre de familia o incluso abuelo, que se retrata con una sonrisa sujetando el cuerpo inerte y sin vida de un lobo ibérico…..trofeo extremo de la irracionalidad más perversa.

Tal vez, tan sólo tal vez, esa imagen nos devuelva nuestro propio reflejo; el de la mayoría silenciosa de un país que asiste imperturbable a cualquier desmán ajeno a nuestro día a día.

La comodidad social abandera los extremos, pero nunca olvidemos que tras cada extremo existe un fulano o fulana, existen personas que materializan el ritual de la ignorancia con el culmen de la muerte….y matan, matan con frialdad.

Reventar una vida puede ser un acto reflejo, condicionado por la educación y la costumbre, pero inmortalizar la muerte….. sujetando el cadáver, con una sonrisa de oreja a oreja, es harina de otro costal.

Hemos perdido el respeto a lo esencial, el respeto a la vida; y en el ámbito animal rozamos la más absoluta irracionalidad. Educar es la única forma de sembrar conocimiento, de erradicar ignorancias salvajes y peligrosas.

Ardua tarea, sin duda, pero tan necesaria como la denuncia pública, la unión de voluntades en asociaciones o las campañas nacionales en defensa del lobo ibérico.

Y mientras tanto, amanece cada día y la vida del lobo ibérico vuelve a ser una vida prestada.

Prestada por quienes incluso, aduciendo su conservación, llegan al extremo espeluznante de crear espacios naturales protegidos…..con su lucro de turismo conservacionista…para posteriormente subastar la vida de ejemplares para entretenimiento de manolos y manolas, que posarán con una sonrisa sobre el cadáver de una vida prestada.

La muerte como entretenimiento, ese lado oscuro que acompaña a algunos seres humanos, no deja de ser un triunfo pírrico sobre la vida; muestra de ignorancia, exaltación de fuerza y reflejo de la supremacía destructiva que nos aboca al silencio.

Las sonrisas que alumbran la muerte, vestidos de Barbour o de mercadillo, son la parte útil del problema; mercenarios del ocio, o herederos del ignorante odio al lobo, forman logia ejecutora que día a día exterminan lo poco que nos queda.

Odian quizás la libertad, no pueden soportar la existencia de un animal indomable; tal vez incluso, en su fuero interno, admiren su capacidad de supervivencia.

A quienes se manchan de sangre para lavarse con el entretenimiento, a los que se llenan de supremacía para vaciar sus carencias, a todos ellos estúpidos seres, quisiera dedicarles otra sonrisa.

Más bien media sonrisa encabronada, fruto de la certeza, hija de la impotencia, y marchamo de la única verdad latente en nuestro planeta…..la tierra nos devolverá con intereses, paso a paso, nuestra sublime y arrogante ignorancia.

Puede que hoy sea noticia una gran movilización, lo será sin duda, pero me duele, me apena, y me hastía hasta las trancas que mañana en los montes y valles de Castilla y León, Galicia, Cantabria, País Vasco, la Rioja y Asturias….  de nuevo sonrisas estúpidas muestren el lado más indecente del ser humano.

La muerte del lobo, el exterminio progresivo de una población estimada de unos dos mil ejemplares, es un estigma patrio; es una vergüenza nacional.

Por supuesto existen problemas mucho más importantes en este nuestro país, sin duda, pero no olvidemos que nuestra responsabilidad es procurar un futuro sostenible a las nuevas generaciones.

Sin tierra, mar y aire, sin vida natural, sin lobos en nuestros valles y montes, nos encaminamos hacia un futuro yermo y apocalíptico.

Pero no pasa nada, somos así de flamencos y vivimos el momento; Carlos Fuentes Macías tenía razón…..“Qué injusta, qué maldita, qué cabrona la muerte que no nos mata a nosotros sino a los que amamos.”

Y uno respeta, admira y ama al lobo mucho más allá de argumentos conservacionistas, de políticas sostenibles, o de equilibrios medio ambientales.

El lobo representa la integración de la vida en la tierra, representa la natural desconfianza hacia el ser humano, el lobo es hoy un guerrillero paupérrimo frente a la dictadura, salvaje y opulenta, de las sonrisas de Barbour y de mercadillo.

Sublime animal frente a pobres diablos.