Una lección permanente.

Puedo estar equivocado,  pero siempre he creído firmemente que para poder trasmitir, enseñar, mostrar o compartir es necesario que confluyan diversos factores.

Haber vivido la experiencia de la que se habla es el pilar que sustenta el proceso, ser un apasionado de lo que se desea transmitir y por último nunca ser excluyente con nada ni nadie.

Por supuesto que además de todo lo anterior es necesario poseer unas mínimas dotes de comunicador, nada sencillo por cierto; todo lo anterior se ciñe al ámbito del ser humano en sus diferentes facetas.

La naturaleza sin embargo transmite mostrando y comparte con aquel que quiera ver y entender. Ver resulta demasiado obvio, en todos los casos, entender es harina de otro costal.

Como siempre el ser humano, con los animales,  pretende enseñar, educar – socializar, enclaustrar e incluso etiquetar; para algo somos los reyes de este planeta….pretendemos – me atrevo a afirmar – ya que otra cosa muy diferente es que el logro alcanzado sea lo que pensamos que es.

Podemos lograr que un elefante se siente y levante ambas patas, que un tigre abra sus fauces y meter la cabeza dentro …podemos lograr que un perro se siente , nos de la pata, se haga el muerto y a una orden concreta frene cualquier instinto. Loables logros sin duda, pero siempre me surge una duda razonable……¿ es realmente un vínculo entre el hombre y el animal el que propicia estos comportamientos?.

Sin duda, habrá muchas ocasiones en que efectivamente exista un vínculo; un lazo entre hombre y animal que los lleva de la mano, una maravillosa reciprocidad en la que se unen factores positivos como la convivencia, la complicidad y la reciprocidad.

En otras ocasiones somos muy pragmáticos, utilizamos elementos de motivación como el juego o la comida (y en ocasiones el miedo al castigo) como único referente; una especie de “entrenamiento” profesional que busca la repetición y el hábito olvidando el vínculo.

Sea como fuere, que de todo hay en esta vida, nunca me he parado a pensar y hoy lo hago…..pretendemos enseñar para nuestro propio interés – o en ocasiones muy dignas para lograr una vida mucho más fácil del animal – pero………¿ realmente intentamos entender al animal?…es decir, somos capaces de valorar sus diferencias, sus necesidades, su propia impronta que los convierte en seres vivos diferenciados.

Para enseñar, y lo creo firmemente, lo esencial es aprender; y en el mundo de las relaciones animal – ser humano poco o muy poco hemos aprendido.

En ocasiones la aparición de fenómenos mediáticos genera un gran revuelo y casi una nueva “religión”……el encantador de perros, por ejemplo. “Religiones” que propician admiración ante una muy cuidada puesta en escena y una escogida actuación.

Pero siempre, en estas ocasiones, he percibido que no se habla de lo que se ha obtenido; del aprendizaje previo, del valor de todo aquello que se ha percibido y que ha motivado a actuar de una u otra manera.

Quizás sea un valor a preservar, algo que no se debe compartir…..el santo grial de los educadores de fama. O quizás, sólo quizás, es que no exista más aprendizaje que la aplicación de técnicas basadas en el ensayo – acierto /ensayo – error.

En que pocas ocasiones alguien transmite qué aprendió de los animales, qué pudo comprobar con ellos, cómo entendió su comportamiento…..sería muy interesante esa modalidad de etología práctica y al alcance de todos.

Cada raza es un mundo, creo que es razonable afirmarlo, y el perro lobo checoslovaco un verdadero universo. Su instinto lo convierte en proclive a la actividad, al reto, a la curiosidad.

Y sabremos, sin lugar a dudas, si esas inclinaciones lo hacen disfrutar; es decir….si con un acertado vínculo, y una determinada actividad, el plc potencia todo aquello que es.

Observar es algo obligado con un plc, mirar no siempre es ver…….hay que intentar ver, entender – en la medida de lo humanamente posible – por qué, cuando y cómo actúan.

Tras más de dos años reconozco que, he aprendido – muy lentamente – algunas cuestiones al respecto de dos ejemplares en exclusiva. No sirve de nada si no lo hacemos extensivo a un número significativo…por descontado.

He intentado ver, y creo haber visto, una entrega desmedida; una necesidad prioritaria de sentirse parte de su entorno directo, una natural desconfianza hacia el resto de seres humanos, una astucia natural para la supervivencia, una curiosidad suprema por todo lo nuevo, un modo de relacionarse con sus congéneres y con otras razas muy particular.

Mis experiencias no son nada, poco más que la observación y el intento de entender a dos ejemplares de esta raza; aunar estas experiencias, propiciar que las conductas comunes y generalizadas se identifiquen, e intentemos entender por qué y para qué, podría ser un paso adelante hacia el conocimiento más profundo sobre el plc.

Conocimiento necesario, así lo creo….y que nos permita aprender desde los vínculos, entender desde la convivencia, compartir desde la experiencia y por último aplicar lo aprendido en nuestro día a día.

Si de lecciones permanentes está llena la vida, un perro lobo checoslovaco es una verdadera enciclopedia……echo de menos una gran “biblioteca” que reúna cada volumen de esta apasionante historia.

Entre todos, y sin desconfianzas o intereses ocultos, podemos avanzar; conocer en profundidad al plc permitirá no sólo entenderlo, logrará que los demás lleguen a comprender por qué son diferentes ….valoro mucho esa lección permanente que nos dan cada día.

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El plc en compañía.

Hemos de aprender a vivir juntos como hermanos, si no, vamos a morir todos como idiotas…..

Esta maravillosa frase – del gran defensor de los derechos civiles Martin Luther King – resulta un signo de exclamación, una llamada de atención a la propia existencia del ser humano en cualquier sociedad.

El reino animal, o sus diferentes ínsulas, ducados y condados, genera excepciones en diversas especies; sin duda existen multitud de ellas dónde la soledad es la clave de su misma existencia. Pero esto es lo excepcional en el equilibrio de la naturaleza.

Esa misma naturaleza nos ofrece, en multitud de ocasiones, ejemplos de “malas compañías” convertidas en un paradigma de convivencia. Quién, en alguna ocasión, no ha visto escenas casi imposibles entre animales que, en su vida y entorno, resultan presa y depredador; animales que por una u otra circunstancia aparecen unidos de manera increíble.

Si este es un extremo, de las relaciones naturales, podemos afirmar que el perfecto equilibrio se encuentra – o al menos puede encontrarse – en una convivencia en la que exista una cierta reciprocidad.

Convivir con un plc resulta un trabajo, sin duda, requiere de un esfuerzo y una concreta dedicación…esto es algo innegable; al igual que con cualquier otra raza implica que lo normal sea convivir con un ejemplar…. y ya resulta un mérito agridulce en algunas etapas.

Pero a pesar de su carácter gregario, de su pasión por su “manada”, de su incontestable y tozuda necesidad de ser parte y formar parte de ella; a pesar de todo lo anterior, y en mi propio caso, he podido comprobar que la soledad – dentro de su entorno familiar – puede generar una cierta apatía, una cierta predisposición a una existencia “solitaria”.

Y sin embargo cuando un plc convive con otro ejemplar – sea de la raza que sea –  se observan desesperantes, alucinantes y desternillantes signos de astucia, zorrería y comicidad.  

Se observa un cierto equilibrio en las costumbres diarias, por supuesto que y dependiendo de la pareja – si se trata de un macho y una hembra, dos machos  o dos hembras – no podemos olvidar que se puede generar una cierta tendencia “macarra” en su actitud callejera, tendencia basada en la auto confianza y en la fuerza del pequeño grupo.

Pero sinceramente, y siendo una opinión personal basada en mi propia experiencia, en la balanza de lo positivo y negativo pesa mucho más lo primero.

La compañía de otro animal, al margen de en qué etapa de su vida se produzca, resulta enriquecedora y potencia en el plc un especial interés por “compartir” actitudes, comportamientos y en ocasiones instintos.

Procura un elemento permanente de atención, y carga y descarga – a partes iguales – situaciones irritantes, irrisorias, desesperantes y enternecedoras.

Creo que les aporta vida, al menos puede enriquecerla, considero que a nosotros nos puede aportar un cierto equilibrio y apoyo; todo lo anterior en la medida, en la que la atención del plc no se centra permanentemente en nosotros.

Decidir aumentar la “manada” es algo muy complicado, soy muy consciente; mantener al plc en solitario nunca será un problema o algo desaconsejable – no es tan siquiera una posibilidad que plantee – tan sólo intento constatar que un plc en compañía vive y convive de manera diferente.

Y si acaso podemos, y queremos, iniciar la aventura…..nuestra capacidad de asombro será ilimitada. Personalmente lo aconsejo sin duda alguna, sin otro paliativo que recordar que en definitiva no estamos hechos para vivir solos……y ellos tampoco.

P.S.

Este artículo, o pequeño esbozo, está motivado por las dudas planteadas por Gema. Espero no haberte generado una mayor confusión. No resulta fácil calzarse las botas, y además pretender que estas sirvan a todo el mundo….es del todo imposible.

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Cachorros de plc o la gran diferencia.

En ocasiones, en determinadas ocasiones, el bosque no nos deja ver los árboles; la frase correcta se acuñó totalmente al revés – los árboles no nos dejan ver el bosque – y se suele decir cuando alguien no puede ver un asunto o una situación en su conjunto porque está prestando atención a los detalles.

En ocasiones no vemos un asunto en concreto, o en particular, debido a centrarnos obsesivamente en el conjunto. Es normal y nos sucede a menudo, y en el caso del perro lobo checoslovaco creo que de manera notable.

Las etapas en el ciclo de la vida  son un eslabón que forja el conjunto, con un valor propio y destacado; la dependencia y características de un ser recién nacido – en cualquier especie – son relativas y siempre equilibradas al entorno.

La etapa de cachorro en un plc es muy significativa, un eslabón del conjunto pero significativa cuando menos. El “bosque” en el plc a veces no nos permite ver los “árboles”, olvidamos rápidamente una etapa que considero marca la gran diferencia.

Diferencia con otras razas, o tan sólo peculiaridad según el rigor con el que se quiera valorar, pero en todo caso un hecho probado y repetido en multitud de ejemplares entre los 2 y los 12 meses de vida.

Todo aquel que ha convivido con un plc, en dicha etapa, conoce el quebradero de cabeza que supone la mera alimentación del cachorro.

El criador nos lo entrega tras ser destetado comiendo una determinada marca de pienso, normalmente y de manera progresiva le vamos cambiando dicho alimento hasta llegar a otra marca de comida estrusionada…comida “rápida o cómoda”  para perros…..para comprobar que el cachorro tiene una continúa diarrea en sus deposiciones.

Será la marca de comida estrusionada…pensamos….y vamos a por la segunda marca comercial; la naturaleza es tozuda hasta la saciedad y comprobamos que sigue igual.

En este punto se disparan las alarmas y llenos de cautela lo llevamos al veterinario – como así fue en nuestro caso – para recibir una dieta blanda de arroz hervido con pechuga de pollo. Todo ello tras comprobar que no se debía a parásitos de ningún tipo.

Y entramos de lleno en la tercera aventura, comprobamos que el cachorro se encuentra bien en su estado general y que además engorda aceptablemente…pero…..sigue con su fervor por la decoración naif del suelo y en ocasiones de las paredes.

Aquí ya las alarmas se convierten en peligro…si el vete nos aconseja una dieta blanda, unida a una concreta medicación para cortar la diarrea,…entonces por qué sigue igual.

Nuevo peregrinaje y asombro por parte de los facultativos, cultivo de heces y a esperar resultado por si se tratase de algo más complejo. Llegan los resultados y la sorpresa es que el cachorro está perfecto y no tiene nada anormal en los análisis.

A todo esto, y en medio de todo el proceso, hay que unirle comida especial para descomposiciones….medicación…y de nuevo cambio de comida estrusionada.

Cualquier propietario que haya vivido lo anterior conoce la desesperación que supone, la impotencia que se arrastra, ya que ni con ayuda facultativa se logra que el animal regule sus deposiciones.

Y un buen día decidimos darle, por aquello de probarlo todo, corazón crudo de vaca…..alternando con la cuarta marca comercial de comida estrusionada; nuestra sorpresa fue mayúscula cuando comprobamos que regulaba mucho mejor y que el problema progresivamente se corregía.

Desde ese día y en la última toma de la jornada incluimos carne cruda….y su evolución y mejoría es diaria. Esto no pasaría de ser anecdótico, y propio de un sólo ejemplar, si no hubiésemos comprobado que multitud de cachorros sufren el citado problema.

La pregunta es recurrente….. por qué sucede; en el ámbito y mundillo del plc solemos aceptar, de un modo generalizado, que los cachorros de plc son muy delicados de estómago.

Aceptemos la premisa, sea pues…..pero entonces por qué de adultos son capaces de tragar lo intragable, regurgitar y seguir como si tal cosa – en nuestro caso bolsas de plástico del hiper, pendientes, trozos de piedra y un sin fin de cuerpos extraños – algo no cuadra.

Desconozco por completo, si existe algún estudio clínico que aporte una explicación a este fenómeno generalizado; en su defecto me planteo cada día varias preguntas.

La primera puede ser razonable….¿no será que el aparato digestivo del cachorro de plc no tolera la comida estrusionada y tratada?..parece que desde luego no la asimila como debiera.

La segunda puede resultar incluso aceptable…..¿la alimentación cruda es más digerible para el cachorro de plc?…pues en muchos casos de los que conozco resulta no sólo más digerible …resulta milagrosa.

Pero todo es relativo, y sin un estudio previo avalado por especialistas no se puede sentar otra cátedra que la de la impresión; la de la opinión personal y la propia experiencia. Considerando, además,  los tremendos intereses económicos de la industria de comida para perros.

Dicho lo anterior miremos al reino animal…….. la mejor fuente de información, y veamos qué comen aquellos animales más cercanos a nuestros plcs.

El lobo se alimenta de lo que puede, sin embargo su dieta – cuando las circunstancias lo permiten – es eminentemente carnívora; nuestros animales son herederos de su carga genética y además de manera muy reciente para la evolución de cualquier especie.

Sería interesante comprobar el efecto de las comidas estrusionadas en cachorros de lobo, pero como tal experimento está alejado de cualquier posibilidad…seguiré creyendo que la gran diferencia,  en el conjunto del plc, está en su etapa de cachorro.

Quizás, tan sólo quizás, una llamada de atención para recordarnos que estos animales tienen – y mantienen por derecho propio – una gran diferencia con el resto de razas.

Pese a quien pese ……..y por mucho” bosque” que queramos ver….siempre habrá un tozudo “arbolillo” que nos recuerde lo anterior.

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Socializaciones y otras reválidas.

 

Socialización, acción que persigue como objetivo educar transmitiendo normas y valores siendo su culmen la integración del sujeto en su entorno social. La anterior definición podría ajustarse al concepto sociológico del término indicado.

 La alquimia del ser humano no tiene límites, es nuestro sino….trasladamos conceptos, los mezclamos y no termina reconociéndolos ni la mismísima madre que los parió. Pero el peligro no reside en el no reconocimiento, el peligro reside en cambiar radicalmente el sentido último de un concepto.

 Sin ser quisquilloso, ni retorcidamente purista con el verdadero significado de socializar,  me resulta llamativo que apliquemos dicha acepción – exclusiva del ser humano – a los animales.

 Seamos precisos, se socializa al ser humano y nunca a los animales; en todo caso, la acción de habituar a los animales al entorno humano – la llamemos como queramos – no deja de ser unilateral.

Es curioso que marquemos unas pautas de integración para los animales, correctas y necesarias sin duda, y sin embargo no fijemos unas pautas mínimas para aquellos que serán los responsables de dichos ejemplares.

¿Incongruencia?…..¿Dejadez?….o tan sólo el terrible hábito de la costumbre. Por qué seamos claros, cuando tratamos de ejemplarizar la necesaria integración temprana del plc en el entorno social obviamos lo más crucial.

 Y para mi lo más importante es el factor humano, entendido como la suma de lo que como mínimo debe reunir el futuro propietario de un plc; mínimos que garantizarán la necesaria integración del cachorro en su nuevo entorno y de la mano de su dueño.

 De qué sirve el esfuerzo previo, socialización temprana del cachorro, si posteriormente quien debe continuar con dicho trabajo no sabe, no puede o simplemente no quiere. De nada sirve, tan sólo cubrimos el “expediente” de cara a una equivoca “moral”; en el mundo tan complejo del plc esto parece ser suficiente.

 Es lógico pensar, o al menos así lo entiendo,  que esta raza tan especialmente compleja no es apta para cualquier persona; y me desgañitaré indicando que no se trata de excluir…….se trata de incluir. Incluir a personas que hayan obtenido información, que les apasione la raza, que entiendan su complejidad y por último que asuman el reto de integrar un plc en sus vidas.

 La exclusión no es tal…… se trata simplemente de reconocer – de un modo racional y responsable – que esto o aquello no es para mi ….y esta raza, no lo es para cualquiera. 

 Si aceptamos esta premisa básica, discutible como todo lo humano y divino, creo que habremos andado la mitad del camino. ¿A quién corresponde la bilateralidad en este proceso de educación e integración?…..aquí reside la clave de todo el asunto.

Pretendemos que el plc se integre en un ámbito social, en este sentido los criadores realizan  – o al menos debieran realizar – una encomiable labor de estimulación temprana, de introducción al entorno humano; mis respetos y admiración por todos aquellos que se esfuerzan en este sentido.

 Creo, y es una idea muy personal y discutible, que además de lo anterior todo criador debiera realizar…….¡que nadie se escandalice por favor!……..un seminario, cursillo o jornadas preparatorias y previas a la entrega del cachorro.

 En dichas acciones formativas resultaría muy positivo un breve repaso a la historia de la raza, a su evolución, a sus peculiaridades, a sus problemas de salud y comportamiento; una guía práctica de todo lo que se debe hacer en los primeros meses de vida, y sobre todo aquello que nunca se debe hacer. Del mismo modo resultaría muy adecuado incidir en los “problemas” más comunes del plc y en sus posibles soluciones.

 Me consta que algunos criadores siguen este criterio, mi admiración hacia ellos, pero por desgracia no es la regla general; si ser propietario de un plc es a veces complicado….ser un criador lo es siempre y cada día mucho más.

 El compromiso que adquiere un criador puede llegar a ser asfixiante, mi reconocimiento a todos aquellos que de forma responsable se esfuerzan día a día por lograr esa bilateralidad; por trabajar en pos de integrar al cachorro, y además formar mínimamente al propietario para que alcance el objetivo.

 Pero la realidad – al menos la que percibo – es que si de socializaciones vamos sobrados…de reválidas andamos algo escasos. Reválidas para aquellos que, de manera consciente y responsable, se aventuran a integrar un plc en sus vidas;  reválidas que completen una base formativa que propicie la tan necesaria y trillada “socialización” de cada ejemplar.

 En definitiva, socializar al propietario con el objetivo de integrar al plc en un entorno humano.

 P.S.

 La fotografía que encabeza este artículo pertenece a  Agnieszka Wójtowicz, criadora de Ciro y con el afijo Wilk z Basni; gracias de nuevo Aga por permitir, una vez más, que utilice tus imágenes y en concreto esta de Ciro en tu casa de Cracovia.

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La mirada de un lobo.

En el ser humano la mirada muestra siempre un estado de ánimo, en muchas ocasiones sentimientos profundos; en otras ocasiones simplemente apatía.

El lenguaje corporal puede alterarse a voluntad, puede camuflar la realidad …puede llegar a confundir y sin embargo la mirada casi siempre resulta una profunda ventana hacia el interior. Una mirada comunica en silencio, un silencio que puede llegar a ser atronador….

En la naturaleza lo visual es parte de un perfecto equilibrio, nada es casual y todo esta perfectamente diseñado; un perfecto mapa que señala y delimita territorios, informa y sobre todo advierte.

El continente natural es una verdadera enciclopedia ilustrada, el contenido animal es igual de rico y extenso en lo visual. Y si la mirada en el ser humano es una profunda ventana,  en el reino animal es un mirador que se ajusta a cada especie.

La evolución ha conformado, adaptado y creado la impronta de cada especie animal. Evolución compartida con el ser humano en todos, o en casi todos los territorios; en ocasiones hemos sabido convivir de manera equilibrada, respetando el entorno y el papel fundamental de todas y cada una de las especies que pueblan el planeta.

Desgraciadamente en la mayoría de los casos ha prevalecido una obtusa visión, un estúpido empeño en reinar sobre la naturaleza; un egocéntrico deseo de jugar a dioses inmortales, a decidir qué especies, cómo y cuando deben vivir, convivir o servir al hombre.

La historia del lobo en el planeta es la historia de la supervivencia, de la persecución, del acoso y  de la exterminación en muchos territorios. Muchas culturas ancestrales han visto en este maravilloso animal un tótem espiritual, un ejemplo de libertad e independencia.

La gran mayoría de civilizaciones han sido protagonistas de una persecución salvaje, de un exterminio imparable. El ser humano, en su afán por “jugar” a las divinidades, establece categorías para el reino animal; los que sirven a nuestros propósitos y los que tan sólo aportan “competencia”…. y lo peor es que en ambos casos hemos errado el método, y las consecuencias han sido irreversibles.

Se podrían escribir miles de líneas al respecto, no es mi intención; tampoco lo es abanderar un “mea culpa” al respecto de nuestro paso por el planeta y lo que dejamos atrás generación tras generación. Aunque todos somos responsables, en mayor o menor medida, tan sólo quisiera apelar a la reflexión.

Y hacerlo desde el respeto y admiración hacia el lobo, respeto por su aportación al perfecto equilibrio natural  – allá dónde ha podido sobrevivir – admiración por sus capacidades, por la transmisión genética del instinto de supervivencia y por su astucia ancestral a la hora de evitar al hombre, a pesar de tener que compartir territorio con él.

No quedan ya muchos espacios para esa convivencia, de hecho el hombre sigue siendo imparable a la hora de decidir el futuro del lobo; y en esa vorágine el lobo cada vez es más residual allá dónde el hombre reina a diario.

Qué vemos de peligroso en la especie, qué nos motiva a su exterminio directo o a una hipócrita y vergonzosa “regulación”  de la especie. Sinceramente lo desconozco, sin embargo se que el mundo rural ha sabido convivir con el lobo.

En muchas ocasiones y comunidades han existido ejemplos de dicha convivencia, ejemplos admirables en los que el hombre ha sabido compartir territorio y beneficiarse incluso del equilibrio que aportaban las manadas de lobos al sistema natural.

La mirada de un lobo es un mirador a la historia pasada y presente del planeta, la mirada de un lobo es una atronadora llamada de advertencia; la mirada de un lobo es el reflejo de la sabiduría ancestral del planeta.

Y lo más importante….no engaña, no puede hacerlo; en ocasiones y cuando un plc me mira a los ojos…..un ligero escalofrío recorre mi cuerpo, no sabría explicarlo, no podría definirlo….pero si lo he sentido y lo siento.

Nunca un lobo me ha mirado a los ojos, no puedo hablar de qué se siente; pero si he visto la mirada del hombre …..cuando decide sobre su futuro….y lo siento pero no me gusta.

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