Un cuento, érase una vez.

El destino no reina sin la complicidad secreta del instinto y de la voluntad“. Giovanni Papini, escritor italiano fallecido en 1956 y considerado uno de los grandes de la Italia del siglo XX.

Tendemos a la medición absoluta, nos obsesiona la medida y nos place sobremanera establecer patrones; medimos el tiempo de un modo tan preciso y exquisito que los árboles no nos dejan ver el bosque.

Todo en esta tierra, absolutamente todo, tiene un ciclo. En ocasiones vital y en otras muchas temporal.

Los ciclos naturales fueron la medida del tiempo para el ser humano, hasta que Julio César implantó el denominado calendario Juliano y posteriormente – en 1582 – el Papa Gregorio XIII estableció el actual calendario vigente en casi todo el mundo.

Juliano, Gregoriano o de Vallecas el calendario no deja de ser una medida irreal; un sueño pasajero en el que pretendemos la renovación y poner puertas al campo.

Un año es una medida clara, concreta y establecida; el cachondeo llega cuando esta misma noche damos por fenecido el año y abrimos el cajón de los sueños para el siguiente. Somos así de voluntariosos, así de ilusionados y sobre todo inocentes hasta la médula.

Verán ustedes, uno que es un pelín asocial…..lo confieso sin rubor…. cada 31 de diciembre se hace la misma pregunta: ¿Qué diferencia hay entre hoy y mañana?

Al margen de la sacrosanta y vital juerga nocturna, de la bacanal gastronómica, y de ponernos como un atún a base de mil y un elixires en honor a Baco…o sea pillando un pedal de los de órdago,  al margen de lo anterior…. creo que poco o nada cambia.

Somos cabezones y tozudos cual mula de tiro, y cada 31 de diciembre juramos y perjuramos buenos deseos para el año entrante. Pero todos sabemos que, quitando algunas honrosas excepciones, todo seguirá igual….o peor.

Entre el 31 de diciembre y el 1 de enero media una noche, larga y llena de celebración, media un ciclo establecido por el que cerramos la puerta de un periodo y abrimos la siguiente…..pero nada cambia de motu propio.

Todo cambio requiere instinto y voluntad, instinto para detectar su necesidad y voluntad para acometerlo.

Allá por el mes de mayo decidí iniciar esta serie de artículos, el instinto no es que jugase un papel determinante pero sí la necesidad y la voluntad.

Necesidad de aportar un pequeño grano de arena, a este apasionante mundo del perro lobo checoslovaco, y voluntad para intentar compartir experiencias y un punto de vista absolutamente personal.

Volviendo la mirada a esa fecha, a esa medida concreta, hoy que cerramos este año, mi propia necesidad y voluntad siguen intactas.

En cada artículo he intentado ser honesto, compartiendo lo poco que cada día he ido observando con estos maravillosos ejemplares.

Los míos propios, y aquellos que he tenido la oportunidad de conocer, han sido y son los protagonistas; por lo tanto un espectro muy limitado de la raza, sin duda, pero creo que suficiente para detectar algunas conductas generalizadas.

Nunca he pretendido, ni pretenderé, sentar ni una sola cátedra….. ni tan siquiera intentar imponer criterios; pretendo o intento provocar la reflexión en toda aquella persona que se acerque a estos increíbles ejemplares.

Pero el objetivo prioritario era, es y seguirá siendo…..informar, y animar a buscar una información veraz y sin tapujos, sobre el ayer y el hoy de estos animales.

Y cómo objetivo secundario, íntimamente ligado al prioritario, reclamar el respeto a la esencia del plc; su derecho a ser diferentes, su inalienable derecho a su herencia genética y a ocupar un sitio digno en nuestras vidas.

Deseos y voluntad, que ojalá influyan….por poco que sea…. en ese destino incierto que  mencionaba Giovanni. Pero la realidad sigue siendo mucho más sólida que la noche del 31 de diciembre y su oropel de buenos deseos.

Quizás este esfuerzo personal sea un cuento, una breve narración inspirada en hechos reales; pero como todo cuento no tendría sentido si no se comparten personajes, puntos de vista, conflictos y desenlaces.

Quizás tan sólo se quede en lo anterior, en compartir……resulta complicado, muy complicado, llegar a establecer qué es lo mejor para esta raza hoy y aquí.

Pero algo tengo muy claro…cualquier cosa siempre será mejor que el silencio o la mera expectación.

Siempre que no perdamos el tiempo en supremacías, discusiones estériles o luchas intestinas…. este es un reino que ni tiene trono ni aportará otro poder que la belleza ilimitada, de compartir nuestras vidas con estos extraordinarios ejemplares.

Seamos conscientes de ello, no intentemos medrar en este mundo cual si se tratase de una carrera política; aquí lo único que debiera importar es el bienestar, presente y futuro de la raza, la tenencia responsable y llegar a sumar instintos y voluntades.

El destino reinará, con o sin nuestra ayuda, pero sin esa complicidad de instinto y voluntad quedará en manos de cuatro mercachifles y mercaderes del templo del egoísmo.

Es posible que algún día, probablemente muy lejano, alguien inicie un cuento con la frase ….Érase una vez el perro lobo checoslovaco.

Nosotros no llegaremos a vivir ese momento, pero si hoy no cerramos voluntades y sumamos esfuerzos….es posible que el destino ejerza su fuerza imparable y el perro lobo checoslovaco se convierta en un recuerdo. 

Seamos cómplices del instinto y de la voluntad, recordemos que allá en los Cárpatos y a lo largo de las fronteras de Austria, la República ChecaEslovaquia, Polonia, Ucrania, Rumanía, Serbia y el norte de Hungría….aún hoy se puede escuchar el aullido del lobo.

Aullido que sigue siendo un grito de libertad y el regalo más hermoso que la naturaleza otorga, nosotros hemos heredado un pedazo de ese regalo…….esta noche y mañana seguirá siendo nuestra responsabilidad.