La soledad de la raza.

“La soledad es la suerte de todos los espíritus excelentes.”. Arthur Schopenhauer filósofo alemán enfrentado a las corrientes imperantes en su época y fallecido en 1860.

No resulta sencillo vivir, mucho menos convivir; y el ser humano es un claro ejemplo de colectivización e individualismo.

Muy pocos seres vivos están totalmente preparados para vivir en absoluta soledad, es preciso sumar fuerzas en la batalla por la supervivencia.

Pero toda alianza, toda unión, obliga a la renuncia de algo…por pequeño que sea.  Renunciar no significa diluir el ser, tan siquiera perder; implica en todo caso dar para recibir, o al menos esta sería la fórmula ideal.

Cualquier hito de supervivencia, vendrá precedido de una notable alianza y enorme suma de fuerzas; desde las tribus no contactadas del amazonas (que por suerte y aunque muy pocas aún existen) hasta una manada de lobos en Alaska.

Se precisa sumar efectivos, habilidades y una mínima cohesión que permita superar la lucha por la vida; en cualquier entorno sea humano o animal es la práctica habitual.

Sin embargo la soledad impera por doquier, en sociedades avanzadas sobre todo; el colectivismo brutal anula el ser a extremos incalculables, despoja la identidad y la transforma en engranaje autómata.

Se pierde, entonces, la capacidad de dar para recibir y se trastoca la balanza por completo.

Y esta sociedad, bautiza  con un adjetivo la aparición de soledades peligrosas, enfermizas y absolutamente repugnantes…….”lobos solitarios” es la frase en boga.

El símil es bastante llamativo, no me negarán que vende y mucho, pero es tan repugnante como dañino comparar a un lobo solitario con conductas asesinas.

Sobra cualquier retórica para explicar que, un lobo solitario nunca será un asesino al uso; un lobo solitario ha sido, es y será un mero superviviente…si acaso logra sobrevivir.

Pero nos encanta el circo…..nos regodea la rotundidad de la frase, y sobre todo alimentamos el atávico odio hacia el lobo…consciente o inconscientemente resulta un hecho.

En ocasiones hay soledades mucho más complejas, distintas y notablemente diferentes; individuales o colectivas que en esto hay para dar y vender, soledades que emulando a Schopenhauer delatan un espíritu excelente.

El perro lobo checoslovaco es diferente, es una raza distinta hasta la saciedad; con una dualidad que la encadena a un destino incierto……su desmedido gregarismo y necesaria compañía, con su natural tendencia a evitar un entorno socialmente inadecuado.

Esta dualidad es su estigma, su talón de Aquiles, y resulta muy complejo ya que ellos….la raza….son absolutamente dependientes de criadores y dueños.

Es obvio que nunca tendrán la capacidad de ejercer otro papel, que aquel que el ser humano le otorgue en cada momento; son por lo tanto una libertad encadenada a nuestra voluntad.

Y resulta demasiado complejo analizar y valorar; y estamos ante un imposible si se trata de aunar esfuerzos; soy consciente de ello, y no me rasgaré las vestiduras ni clamaré al cielo….es lo que hay y con ello debemos convivir.

Pero resulta llamativa la inmensa soledad de nuestra raza, debiera provocar un mínimo de reflexión; son complejos a la hora de interactuar con otros canes, son dominantes por naturaleza, brutos en su relación y absolutamente exagerados en su comportamiento.

Pueden llegar a ser muy protectores con su entorno, mostrando aparentes signos de agresividad – que ojo nunca pasan de ser advertencias en la mayoría de los casos – y que los estigmatizan como “agresivos”.

Son independientes, y todos aquellos que convivimos con ellos hemos apreciado, en alguna ocasión, un hecho muy curioso…. su comportamiento puede ser muy diferente cuando se encuentran entre ejemplares de su misma raza.

Expresan al máximo su ritual de signos y señales, explosionan en un despliegue físico tremendo (cuando se encuentran sueltos y en un medio natural) y todo parece indicar que se sienten más plenos que entre otros canes.

Lo anterior es subjetivo, me consta, pero es un hecho que he podido comprobar en muchas ocasiones; ahora sumemos su natural carácter, su especial comportamiento y llevemos la raza a nuestras calles y plazas.

Las reacciones humanas son diversas, pero comunes en todos los casos, llamativa admiración….bombardeo de preguntas y si se trata de dueños de otros canes…….una absoluta cautela (lógica por otra parte) ante reacciones normales pero llamativas y engañosas.

Y la leyenda urbana del “lobo” erizado se incrementa, atrae su belleza y mantiene a distancia su especial comportamiento.

No debemos olvidar que esta raza es, ha sido y será un cruce entre lobo de los Cárpatos y pastor alemán de trabajo; su comportamiento, su carácter y su interacción con el medio está condicionado por diversos factores.

Selección, cría, socialización, introducción social y educación permanente son muy importantes…pero……a pesar de todo lo anterior existe un factor  – en mi opinión muy alto – que se escapa a la voluntad humana, a nuestro deseo de moldear la raza y adaptarla a un entorno social.

¿Genética?……creo firmemente que sí, una parte de estos seres vivos, algo que no podemos reconducir, pugna por conductas que chocan con nuestro entorno social.

El paso de los años, sin duda, debiera minimizar una genética diluida; sin embargo, en estos momentos, la raza mantiene viva su diferencia, su especial ser.

Y no todos somos capaces de valorar, de entender y mucho menos de respetar lo anterior.

Ni todos somos capaces ni debemos serlo, esta raza no es compatible con cualquier persona ni con cualquier entorno.

Quizás, tan sólo quizás, la soledad que reclaman sea un grano de arena en la vorágine de la cría intensiva, de la venta a granel y de las salvajes irresponsabilidades a las que un día sí y otro también asistimos.

Puede ser que en pocos años asistamos a la debacle absoluta, bien por nuestra incapacidad, por nuestra ambición o simplemente por ser incapaces de entender.

La soledad del perro lobo checoslovaco no es una soledad peligrosa, nosotros seguimos siendo el verdadero peligro.

Leah el espíritu de una loba.

“La diferencia engendra odio”. Henry Beyle escritor francés del siglo XIX más conocido por su seudónimo Sthendal, considerado como uno de los grandes representantes del denominado realismo literario y fallecido en París en 1842.

La vida nos enseña a golpe de mazo, siempre y cuando nos molestemos en aprender; y nos perdemos lecciones magistrales, conscientes de que asistir a clase es una pérdida de tiempo.

El ser humano se forma en escuelas infantiles, primarias, secundarias de formación profesional y en universidades; todo ello conforma el sistema educativo público o privado según sea el caso. Y establecemos la obligatoriedad de las primeras fases educativas.

Sin embargo apostamos toda nuestra responsabilidad familiar a una educación reglada, dirigida y no siempre acertada. 

Estereotipos, modas, tendencias y el uso extendido de la costumbre, han generado una dinámica que nos arrastra; nos despreocupamos de lo realmente importante.

Educar en valores, compartir y aceptar que no todo es blanco o negro…. ni tan siquiera gris, es algo que cada día se olvida.

Es mucho más cómodo mantener la política del avestruz, y esconder la cabeza ante el evidente fracaso del sistema educativo.

Hay asignaturas pendientes que nos asolan cual plaga bíblica, muchas…demasiadas.

Pero existe una que no deja de llamarme la atención por recurrente, fuente de muchas estupideces humanas que tratadas a tiempo hoy no sufriríamos.

Valorar, entender, respetar y admirar la diferencia….ahí reside la clave para no convertirnos en una manada de babuinos cabreados permanentemente.

Las diferencias nos abruman, nos dan miedo y nos ponen alerta; lo diferente es una transgresión en una sociedad en la que todo debe estar etiquetado y dentro de un determinado orden.

Ella nació diferente, llena de vida y con una mirada limpia y profunda; todos se alarmaron desde sus primeros meses de vida, era diferente.

Diferente de manera radical, no encajaba en el mundo artificial que nos hemos dado como hogar; mil y una teorías empezaron a martillear las mentes de quienes convivían con ella.

Mientras los humanos se retorcían en su profunda ignorancia ella fue creciendo, viva y fuerte, plena de vida y de capacidades…apta y notable en su verdadero mundo….la naturaleza.

Impotente y absolutamente incapaz de convivir con normalidad con un entorno humano, forzada hasta la saciedad por cursos, procesos intensivos de socialización humana, consultas con los mejores especialistas en etología….ella siguió siendo, sin querer ni poder adaptarse a un mundo que nunca fue suyo.

Libre y plena en la naturaleza, llena de capacidades, observadora, astuta y noble con su entorno, divertida y alocada siguió sufriendo la diferencia.

Nunca encajó en esta sociedad, por supuesto menos aún en el estándar del perro lobo checoslovaco; su carácter se define como imperfecto y se desecha por completo.

Creo sinceramente que lo anterior le importó siempre un bledo, lo verdaderamente importante para ella siempre ha sido estar al lado de los suyos, disfrutar cada minuto y sobre todo poder ejercer su verdadera pasión…ser libre y diferente.

Y ha sido repudiada, incluso hasta ridiculizada; nadie se molestó en valorar, entender, respetar y por último admirar su diferencia………. costó mucho esta lección, mucho.

Y puedo hablar con absoluto conocimiento de causa,  fui uno de los que tardó en aprender una gran lección.

La lección no es otra que el respeto ante lo evidente, lo absolutamente verdadero, la esencia de un ser que al margen de sabios de cátedra y de salón ha demostrado que a sus 3 años no sólo reivindica su diferencia …..la luce con el orgullo natural de quién es y no necesita aparentar.

Una lección compleja, difícil sin duda, y que día a día remacha su razón de ser.

Leah es diferente, ella soporta lo justo la presencia de seres humanos ajenos a su entorno; y lo demuestra con una cautela que es un libro abierto….para quién desee leer.

Lejos de mi intención valorar la genética o la influencia de sus ancestros, de los comunes procesos de la llamada “socialización” podría escribir mil y una líneas ….concluyendo que, nada ha servido para modificar su ser.

Ella es, ha sido,  y será; recibió el mismo trato, vivió en el mismo entorno de camada que sus hermanos.

Y sin embargo es diferente, nos demuestra día a día un inmenso poder, una inmensa capacidad para darnos su esencia en cada minuto del día.

El ser humano propone y la naturaleza dispone…..no todos los perros lobos checoslovacos son iguales, el experimento que desembocó en esta raza nos da una de cal y muchas de arena.

Nos empeñamos en modificar, moldear y ajustar su ser a un entorno que nunca les proporciona satisfacción; nos empecinamos en destruir la diferencia.

Y en ocasiones llegamos a entender que, el ser se compone de la rebeldía suficiente para no doblegar su esencia ante nuestra voluntad.

Somos libres para opinar, soberanos para juzgar y maestros en polemizar; somos sesudos especialistas en la raza, somos tan ignorantes que llevamos la peor de las vendas en los ojos…la de la igualdad.

No todo ha de ser igual, y la diferencia no es un estigma ni algo negativo; la diferencia, en ocasiones, es un grito ahogado…..un hecho rotundo y enriquecedor.

Probablemente nunca seamos capaces de valorar, entender, respetar ni admirar muchas diferencias……pero al menos podemos ser observadores; con la mente y la mirada limpia y sentados en pleno bosque observen a un lobo….quienes tengan la fortuna de hacerlo.

Yo nunca he podido hacerlo……. pero sentado en pleno bosque he observado a Leah, y les juro que he sentido el espíritu de una loba, de una maravillosa loba ante la que rindo mi ser cada día…

Gracias por ser tú misma. 

Cicerón.

“La tontería es infinitamente más fascinante que la inteligencia. La inteligencia tiene sus límites, la tontería no.”. Claude Chabrol, director de cine francés representante de la llamada “nouvelle vague” fallecido en 2010.

Si en la vorágine de cada día llegamos a la capacidad del asombro…..algo importante sucede, porque resulta harto difícil asombrarse; la tecnología nos invade, los medios nos acercan a mil y una desgracias humanas.

El ser humano sigue hollando la tierra sin más reflexión que vivir ….o sobrevivir según sea el caso,  es ley de vida mirar sin ver y llegar a ver sin mover una pestaña.

No somos mucho más que aquello que aparentamos, somos en definitiva lo que nos hemos labrado a fuerza de machacona cabezonería.

Pero esta sociedad resulta ya un escaparate de la más absurda tontería, nos fascinan las gilipolleces y nos envuelven cual manto cálido en nuestro particular invierno emocional.

Y uno no está vacunado contra esta enfermedad, ni lo está ni pretendo ser isla en medio del océano; tan sólo me pasmo de mi propia tontería.

En ocasiones nuestra profunda “inteligencia” desprecia lo esencial, ridiculiza lo natural y convierte en chanza todo lo que no se ajusta a nuestra ilustre sabiduría.

Cicerón, llamaremos así a nuestro protagonista, nació en un pequeño pueblecito de la provincia de Zamora; se crió en la dureza de la subsistencia rural, sin más posesiones que un pequeño prado y unas ovejas.

Sin otra formación académica que levantarse a las 4 de la mañana cada día, desde muy zagal, y tirar al monte con su ganado; nunca supo leer ni escribir…. ni puñetera falta le hizo, al menos en sus primeros años de vida.

Cicerón siempre tuvo una admirable capacidad, supo observar; fue capaz de mirar, ver, oír y escuchar.

Y su vida fue un continuo aprendizaje, una perfecta comunión con su entorno, con su modo de vida y con el cielo que le dio cobijo muchas noches estrelladas.

Poco amigo de sus propios vecinos, siempre fue considerado un huraño solitario; un personaje clavado en la rutina y parte inmutable del paisaje.

Hubo quién incluso lo tildó de loco, él nunca se preocupó por las chanzas por las miradas esquivas o las puñaladas traperas que recibió.

Cicerón hablaba con sus mastines, escuchaba a sus ovejas y mantenía silencio ante la naturaleza.

Cuando llegó al pueblo, aquel señorito de ciudad, con su aire mundano y su sonrisa en la boca, no le prestó la más mínima atención; pero aquel sujeto, con su mochila y sus prismáticos, cada mañana tiraba al monte igual que él.

Daba toda la impresión que seguía sus pasos, y era algo que llamaba su atención sobremanera; se recortaba su silueta en una loma oteando el horizonte uno y otro día, a tal extremo resultó una lejana compañía que hasta sus mastines dejaron de ladrar ante su presencia.

Nunca se le aproximó, respetaba su espacio aún compartiendo monte; pasaron los días y Cicerón empezó a observar con mucha atención al extraño, veía cómo buscaba en el suelo…cómo oteaba el monte con sus prismáticos, cómo anotaba en un cuaderno y como fotografiaba con una cámara que siempre llevaba al cuello.

Incluso en las tormentas más pertinaces, mientras Cicerón se cubría con su capa parda, aquel sujeto aparecía en el horizonte; extraño personaje de ciudad pensó…… y respetuoso con la independencia de cada cual seguía con sus tareas, sin perder de vista aquel nuevo elemento del paisaje.

Una mañana, mientras vadeaba un barranco con su rebaño, escuchó un grito entrecortado; el silencio posterior  no le tranquilizó, dejo pastando a las ovejas y junto a sus mastines tiro de frente hacia el lugar del que provenía aquel grito sordo.

En una pequeña hondonada pudo ver al sujeto, tumbado se retorcía de dolor con el tobillo atrapado en un cepo; Cicerón sin dudarlo se dirigió hacia él, y sin palabras abrió la trampa liberando el dolorido tobillo, gracias a las robustas botas no llegó a causarle más daño que una inflamación y un par de vistosas marcas.

Sacó de su zurrón el tabaco de liar y el papel, y con la parsimonia propia de un rito repetido una y mil veces lió un pitillo que ofreció al extraño.

El extraño lo rechazó, dándole las gracias y diciendo que no fumaba; mal asunto pensó Cicerón….y en aquel momento aquel hombre se presentó, se llamaba Alberto y era biólogo…cosa que nunca supo qué diablos era….estaba en la zona preparando un estudio sobre la fauna, concretamente sobre los lobos ya que era un especialista en dichos animales.

Cicerón escuchaba atentamente, con la mirada baja y entre volutas de humo aguantó un monólogo extenso, pero no profirió ni una sola palabra.

Tras terminar su pitillo se levantó con parsimonia, se disponía a marchar cuando Alberto le preguntó si no pensaba decirle nada….Cicerón lo miró a los ojos, con una mirada limpia y profunda, …..”poco o nada tengo quecirle”……” los lobos, de los que quie saber e ice saber tanto, ha tiempo se marcharon daquí….razones tuvieron y una dellas en su píe”.

Alberto se levantó con una sonrisa en la boca y le espetó…” no diga tonterías, llevó viendo rastro de lobos toda mi vida, y aquí los hay por todas partes” Cicerón tiró la colilla al suelo, la pisó con energía y levantando la vista contestó ” usted ha mirau, cierto, pero no ha visto otra cosa quel rastro del macho que cada día sacercaba paquí; aunque viejuno aún guardó a su hembra del peligro mientras ella paria”.

Alberto le miró con pasmo y con una mirada inquisitorial le preguntó, “¿ pero qué dice, acaso los ha visto; sabe dónde se encuentran?”…… y Cicerón con gesto cansado contestó  “usté sabrá”.

Y se marchó del lugar, arrastrando su cuerpo cansado y fuerte; arrastrando una vida dura y plena y ante todo una sabiduría tan profunda que nunca dio lugar a tonterías.

Cuando volvió junto a su rebaño se quedó mirando fijamente a Luna, su mastina favorita, y con media sonrisa en su boca le susurró……”ay bonica, en todavía seré tonto”.

Y así esta vida se llena de albertos, de sabios y sesudos eruditos; se llena de mentes tan preclaras que sólo su boca iguala su estupidez….mientras tanto, cada día, quedan menos cicerones; perdidos entre los lindes de los bosques y aferrados a su aprendizaje, a su capacidad de mirar, ver y sobre todo sentir…..sin aspavientos y sin otra intención que vivir cómo sólo ellos saben.

Hoy en los ojos de Leah he visto la mirada de Cicerón….seguramente sea una tontería.

P.S.

Los personajes fueron reales, los parajes y la historia también; sin embargo cualquier parecido con la realidad no dejará de ser una pura coincidencia, fruto de la escasa imaginación de quién escribe estas líneas.